
La Balona hace camino al empatar
- Los albinegros suman un meritorio empate en el campo del líder, al que maniatan.
- Los linenses estrellan tres veces el balón en la madera y el rival no crea peligro.
- El árbitro expulsa a dos jugadores por bando
- David Sánchez, «orgulloso» de su Balona «que mereció ganar» en Bollullos.
La Real Balompédica Linense saldó con un meritorio y valioso empate su visita al líder Bollullos. Los linenses, que se tropezaron hasta tres veces con la madera, estuvieron más cerca del triunfo, mucho más, que un rival que maniataron a base de orden, presión y trabajo hercúleo. Un partido competido, de lo mejorcito que se puede ver en esta raquítica Tercera Federación, pero que se encontró con uno de los infinitos adversarios propios de esta quinta categoría nacional: el arbitraje. De tan bajo nivel como la mayor parte de los que habitan en esta división. El sevillano José Miguel Catalán Pérez fue mutando a lo largo de la contienda hasta constituirse en lo que en el argot se conoce como pistolero y tarjeta va tarjeta viene dejó a los dos conjuntos con nueve futbolistas. Eso, en un partido intenso, de contacto, pero sin una sola acción de esas que hacen llevarse las manos a la cabeza. Vaya que nadie se tuvo que ir al hospital. Lo único bueno que se puede decir del trencilla es que puesto a repartir disparates, lo hizo con igual criterio para los dos bandos. Que ya es algo.
La Balona salió viva, incluso reforzada, de su visita a un líder que venía de enlazar cinco triunfos. De una prueba de fuego en toda regla. El conjunto de La Línea -que sigue sin conocer el triunfo en Bollullos Par del Condado- planteó un partido serio en un terreno de juego sobre todo muy corto y con piso de césped sintético. Un escenario en el que cualquier floritura está fuera de lugar. Es casi un atrevimiento.
Los linenses tuvieron la virtud de adaptarse a un recinto que por dimensiones y superficie minimiza sus virtudes y salieron desde el primer minuto decididos a ir a la pelea sin acobardarse. Lucharon por cada balón dividido y no se descompusieron nunca. Lo que exigía un compromiso de estas características, en un hábitat indigesto y frente a un rival que se sentía fuerte por su trayectoria reciente.
El primer tiempo fue más lineal. Unos y otros andaban buscándose las vueltas pero sin perder de vista que el primer objetivo era defender su marco. En el fondo, este Bollullos-Balona despidió a lo largo de los noventa minutos el tufillo de que condales y linenses tenían en su subconsciente la idea de no perder. Así que el resultado final tampoco es que provocase lágrimas en ninguno de los dos vestuarios. Es verdad que a la Balona le quedó el mal sabor de boca de haber tenido hasta tres oportunidades muy cerca el gol, mientras que el meta Antonio Hermosín no se vio exigido en momento alguno. Pero tampoco es que la Balompédica arrollase al adversario.
Después del intercambio de golpes inicial, el equipo visitante dio un pasito adelante cuando el cronómetro iba alcanzado la media hora. En el 32’ y mientras buena parte de los albinegros (esta vez de negro absoluto) reclamaban un penalti que la verdad no lo parecía, el balón llegó a Pedro Morillo, que soltó un zapatazo desde una pila de metros que se fue al larguero mientras el meta local seguía su trayectoria con la mirada. La primera de las tres veces que los forasteros se cruzarían con la madera. Casi se puede decir que no pasó nada más relevante hasta el descanso.
La segunda mitad
La Balona volvió de la caseta decidida a dar el golpe de mano que le identifique de una vez por todas como firme candidata al título. Tres minutos habían pasado cuando Cascajo consiguió que un centro-chut se envenenase, hasta pegar en el poste. El balón rebotó en el meta Centurión y por poquito acaba dentro del marco. Por segunda vez la madera se cruzaba en el camino de los de La Línea.
A partir del 53’ lo que era un partido con visos de ir mejorando, o mejor dicho de ver como la Balona iba mejorando, se desnaturalizó. El balono Moyano echó mano a un atacante que le sorteaba en las inmediaciones del área. Y el árbitro le mostró la segunda amarilla. Al colegiado que se le fue la mano, pero el jugador balono, que tenía la obligación de saber que ya estaba amonestado, también se podría haber ahorrado el gesto.
Por primera vez los visitantes se veían en inferioridad numérica y eso, como es obvio, apaciguó la efervescencia con la que habían vuelto de la caseta. Entre otras cosas porque David Sánchez tuvo que mover el banquillo para reorganizar a su equipo y lo hizo, no le cabía otra, a base de mermar el armamento ofensivo.
No estuvo muchos minutos en superioridad numérica el Bollullos. En el 65’ Vargas -de lo mejorcito de los condales- quiso forzar un penalti y el colegiado no sólo no picó sino que le mostró la segunda amarilla y dejó también a su equipo con diez.
Desde ahí el fútbol dejó sitio sólo a las tarjetas, a las sustituciones y a un juego embarullado, con mucha gente en el centro del campo, propio de dos escuadras a las que el árbitro había logrado descentrar. Y que, sobre todo, en ningún caso querían perder el botín que ya tenían en la talega.
La Balona volvió a estar otros diez minutos con un hombre menos. Diego Domínguez se fue a la caseta en el 77’, pero John Castillo hizo lo propio en el 88’. Un desaguisado lo del presunto juez de la contienda.
Y cuando el partido languidecía, en el añadido, volvió a acariciar la victoria el conjunto linense. Álvaro, que había comenzado en el banquillo, ejecutó con pericia un golpe franco y el balón se fue… a la madera. Sencillamente no era el día.
Y con siete minutos de prórroga, colorín colorado. Un buen punto para una Balona que destacó por el bloque y no por sus individualidades y que continúa en proceso de crecimiento. Porque crecer también es saber leer un partido. Y saber adaptarse a las circunstancias en una categoría tan áspera como ésta, en la que está obligada a intentar salir cuanto antes.
