Temporada: 2019/20
Sin perdón
-
La Balona cosecha en el 91′ un empate infantil ante un equipo de niños.
-
Kaya entra en el 89′ y se autoexpulsa tras 15 segundos en el campo.
- Los linenses se atrincheran atrás y no aprovechan 35 minutos con un hombre más.
No es de recibo. Un equipo en el que el que más y el que menos arrastra un centenar largo de partidos en Segunda B, que estaba instalado, de forma provisional sí, pero instalado, en la cuarta plaza privó a sus aficionados de una satisfacción enorme. Lo hizo por falta de firmeza ante un grupo de críos que había jugado la friolera de 35 minutos con un hombre menos. Las imágenes de lo que sucedió desde el minuto 89 al 91 de este Sevilla Atlético-Balona se adjuntarán algún día en los cursos de entrenadores para explicar como un solo futbolista basta para llevar a la deriva a sus compañeros. Kaya entró por Manu Molina en el 89’28» para ganar tiempo. En el 89’45» le pegó un puñetazo a la puerta de la caseta tras haber sido expulsado. El equipo visitante se quedó aturdido y Álex Robles empató desde fuera del área. Si no fuese porque maldita la gracia que tiene se podría hablar de una tragicomedia en apenas sesenta segundos.
La Balompédica se había plantado bien en el Jesús Navas. En toda la primera parte y a pesar de que Pejiño se mostraba revoltoso el filial sevillista solo tuvo una ocasión/ocasión de gol. Juanpe se plantó en el área y disparó casi a quemarropa a Javi Montoya, que volvió a hacer una de esas paradas que le hacen merecedor a premios.
Los de La Línea, gobernados de manera excelente por Manu Molina, disfrutaron de varias. La primera por medio de Tomás apenas comenzado el choque. La segunda en un balón que Moussa mandó a las entrañas del área y al que no llegó Tito Malagón… porque no se lanzó al suelo.
Y en el 36′ Fabrizio Danese, que hizo un esfuerzo supremo para jugar porque un día antes tenía el tobillo como una pelota de tenis, tomó el balón en el medio campo, se envalentonó, mandó a Lara al suelo y asestó un golpe definitivo con su supuesta pierna mala. Un golazo.
Tan solo una incursión de Juanpe dentro del área puso cierta inquietud en la Balona en lo que quedaba de primera mitad.
Apenas comenzó el segundo periodo el propio Juanpe se autoexpulsó. En siete minutos se hizo acreedor a dos amarillas. Y dejó al filial nervionense con diez. Con 35 y el descuento por jugarse.
Curiosamente en esa situación tan ventajosa fue cuando a la Balona más echó en falta a los cinco que no estaban, que tampoco sería justo obviar que no estaban. No había recambios de garantías para los de arriba.
Roger optó por cerrar las vías de agua. Entraron primero Sergio Rodríguez y más tarde Albisua. El equipo hizo suyo el mensaje de que tocaba solo defender. Acabó pagando y muy caro esa doctrina, sobre todo porque cuando se está con uno más se espera que el equipo no se atrinchere tanto atrás. La Balona apenas llegó una vez al área contraria y Tito Malagón malogró con un disparo acomodado una contra de Manu Molina. Si los visitantes hubiesen asestado el golpe definitivo, igual lo de Kaya hubiese quedado solo en una anécdota desgraciada.
Gallardo, con todo perdido, dio entrada a dos querubines que tienen pinta de poder decir cosas en este deporte en no mucho tiempo. Dos niños (sobre todo Carlos Álvarez) que con un desparpajo insultante fueron metiendo el miedo en el cuerpo.
En el 87′ Pedro Ortiz avisó en una falta directa que el partido no había acabado. Y en el 90′ salió Kaya y organizó un desaguisado. Es complicado intentar adivinar qué se le pasó por la cabeza al congoleño, que desde luego no podía estar caliente por una acción anterior. Y no vale la excusa de que es muy joven. Porque los que estaban enfrente lo son igual o más.
El resto tampoco es que estuvieran muy vivos a la hora de defender esa última jugada. Se quedaron como atontados, como preguntándose qué puñetas había pasado y permitieron a Álex Robles marcar un auténtico golazo con un disparo excelente, que ejecutó con demasiadas concesiones.
La Balona cosechó un empate infantil ante un equipo de niños y los dos puntos que se deja en el camino le privan de dormir cuarta. Una vez más los pájaros dispararon a las escopetas. Para hacérselo mirar.