1º Federación2021/22NoticiasResultados

La Balona se cala

  • Los albinegros enlazan, ante un rival que se limita a defenderse, su tercer empate en casa.

  • Los linenes solo crean dos ocasiones de peligro en todo el choque.

  • El público la toma con Romerito y con Gerard Oliva, a los que abuchean al final.

No encuentra la Balompédica el antódoto a sus males. O a sus limitaciones. Lo preocupante no es que una vez más firme tablas en el Municipal, en esta ocasión ante un equipo, el Costa Brava, que empieza a asumir que su suerte está echada. Ni quiera que en noventa minutos ante un rival metido en una interminable trinchera apenas sea capaz de crear dos ocasiones de gol. Eso, siendo importante, es lo de menos. Lo grave es la inercia de una plantilla que ha sumado un triunfo en diez jornadas, que no vence desde el 18 de diciembre y que da la sensación de no tener idea de cómo salir de una dinámica que parece no tener fin. Tanto es así que a pesar de que el equipo sigue anclado en la zona media -con el peligrosísimo engaño que suponen los partidos aplazados- los albinegros han acabado con la paciencia de su hinchada, que ha pasado de la respetuosa indiferencia a la bronca y que acabó pagándola con el entrenador y con Gerard Oliva.

Tercer empate consecutivo en casa de una Balona que a comienzos de liga era una trituradora cuando jugaba delante de su gente. Cuarto desencanto en cinco duelos en el vetusto Municipal. Una y otra vez el mismo guión: los albinegros tienen el balón, pero no saben qué hacer con él. No son capaces de dar ese último pase, de crear siquiera suspense. Y el partido se hace eterno, porque deja la sensación de que podría durar dos días sin que los de La Línea encontrasen la llave del candado que cierra la retaguardia enemiga.

La Balona ha perdido chispa, la imaginación. Cada vez da más la sensación de que el equipo se ha caído físicamente. De que, con independencia de comportamientos del rival, es incapaz de presionar como lo hacía en septiembre. Y es lógico que el público se enfade con Gerard Oliva, al que no se le ve aportar ni en una tarea ni en otra. Si acaso, para caer en un par de fuera de juegos muy gruesos.

Romerito formó con un once con Connor -bastante aseado en su debut- y Masllorens, al que apenas dos días antes había propinado un zasca de considerable dimensiones en rueda de prensa, pero sin Chironi, lo que es cuando menos debatible en un duelo en el que presuntemante le correspodía tomar las riendas. Tampoco jugó Koroma, pero cuando el sierraleonés saltó al campo tras el descanso tampoco se hizo acreedor a reclamar más minutos. Entró en un partido plano y no lo cambió un ápice. Posiblemente porque a esas alturas ya era complicado.

El primer periodo ya fue un aviso de lo que se iba a ver, solo con la diferencia de que durante el primer periodo la Balona mandaba pero el Costa Brava a veces se dejaba guiar por Galindo y al menos salía con velocidad. Después del descanso, ni eso. Se fue de vuelta sin haber lanzado a puerta. Curioso balance para un equipo que durante la semana repitió la consigna de que solo le valía sumar de tres en tres.

La Balona lo intentaba, pero estaba espesa. En el 22′ Leandro Martínez se paró demasiado pronto en un balón a la espalda de la zaga y en el 34′ un córner fue cabeceado por Borja López y cuando el meta visitante Marcos Pérez ya asumía la peor de sus suertes, el larguero vomitó el esférico. Poco muy poco bagaje.

Tras el descanso llegaron las sustituciones (entre ellas la llamativa de Loren por Serge Leuko, que no tenía problemas físicos), pero no los cambios. El partido seguía en punto muerto. El conjunto albinegro no transmitía nada y la grada se fue soliviantando. Dos disparos desde el borde del área primero de Koroma y otro de Dorrio, ambos fácilmente interceptables, fue el único balance en la primera media hora.

Fue por entonces cuando saltó la chispa. Romerito daba entrada a Iván Martín y Gerard Oliva entendió que iba a ser relevado y se encaminó hacia el banquillo. Pero fue sujetado por el camino y el sustituido fue Antoñito, que estaba poniendo las poquitas dosis de sentido común que había sobre el césped. Y la gtrada dejó de morderse la lengua. Abroncó al entrenador, se giró al palco pidiendo la cabeza de Romerito y aplaudió al de Algeciras. El divorcio estaba servido.

En los diez restantes no pasó nada. O mejor sería decir, volvió a no pasar nada. Llegó el pitido final y la bronca al entrenador y para el propio Gerard Oliva. Loren que entra en la caseta al grito de “no le hacemos un gol a nadie” al que acompaña una maldición que es mejor no reproducir por si alguien lee esta crónica en horario infantil. P.D.: para los agoreros, Romerito se sentará el viernes en el banquillo en Cornellá.

error: Content is protected !!