La Pasión, según la Balona
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Los linenses caen de forma merecida en Alcoy (1-0) y se asoman al precipicio.
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Los albinegros regalan el primer tiempo con un planteamiento ultradefensivo.
- Tras el descanso carecen de argumentos, garra y acierto para voltear el resultado.
A ver a quién se le echa ahora la culpa, quién sirve de cortina de humo. La Real Balompédica Linense afronta las siete últimas jornadas de liga con el agua al cuello después de perder por deméritos propios (muchos) en su visita a un Alcoyano que se presume que es de su liga. Los albinegros regalaron la primera mitad con un planteamiento tan absurdo e innecesario como rácano y cuando quisieron solucionar el entuerto no tuvieron ni argumento, ni acierto, ni la garra que se le presupone a los que visten esa camisola. El equipo de La Línea está ya solo dos puntos por encima del precipicio. Está escrito que ni las decisiones de Monteagudo ni la aportación de algunos jugadores están ayudando en estas jornadas, que cada día se antojan más a una invitación tácita a desenterrar el rosario y la calculadora. O peor aun, el teléfono de Sánchez de la Nieta.
La Balona se fue a El Collao a hacer lo mismo que en el Di Stéfano o hace una semana en la segunda parte ante el Barça B. A defender y a elevar la mirada al Cielo para que se diese una contra. Pero es difícil, extremadamente complicado, que se sucedan los partidos en los que basta llegar una vez para marcar. Pasó en Madrid y todo el mundo se quedó con la desgracia del minuto 92′. Sucedió ante el Barça B. Y quedó el recuerdo de ese puñetero penalti en el sobreañadido. Al final no era más que una forma de autoengañarse. Porque el fútbol, y más en esta Primera RFEF que no entiende de concesiones, acaba casi siempre devolviendo a cada uno a su realidad.
Lo dicho, el primer tiempo fue un monólogo del Alcoyano. Monteagudo había retocado su once. Colocó a Serge Leuko en el costado de la zaga y a Loren por delante. Entregó la batuta a Chironi, mientras que Borja López relevó a Fran Morante, que había caído enfermo la noche antes.
Pero no era una cuestión de nombres. Era un problema de identidad. La Balona corría detrás del esférico sin más ambición que defender. Y el Alcoyano -que ojo, llevaba seis jornadas sin ganar y cuatro sin marcar- iba arrinconando a los visitantes, que se aferraban a su trinchera.
Y claro, a base estar allí, que si Nacho Miras en el 6′ (con un lanzamiento de Dani Vega), que si en el 10′ (un paradón tras un córner en un remate a bocajarro de Juanan), que si en el 29 (un testarazo flojito de Mourad)… hasta que llegó el 33. Y se formó el lío. Primero Jesús Muñoz cedió mal de cabeza hacia atrás y el remate del atacante marroquí lo abortó el portero balono no se sabe muy bien cómo. Y en ese córner el propio Jesús Muñoz se comió la marca de Primi, que como decían los clásicos, cabeceó a placer. Y el 1-0.
En toda la primera parte la Balompédica solo lanzó una vez a puerta. Fue en el 18′ y ni siquiera entre los tres palos. Leandro Martínez salió trastabillado de varios regates y enganchó un potente disparo desde lejos que se fue alto por poco. Lo dicho, todos los días no puede ser fiesta.
Tras el intermedio Monteagudo introdujo tres cambios. Una forma como otra cualquiera de reconocer que se había equivocado. Pero a la Balona le faltó lo único que no le perdona su gente que le falte. Nunca dio la sensación de ser un equipo desesperado por ganar. Más bien todo lo contrario, hasta algo indolente. Falto de carácter. Y de fútbol, para qué engañarse.
Es cierto que tuvo más el balón, lo que tampoco era difícil. También es verdad que el Alcoyano, al que le temblaban las piernas por la falta de confianza, se replegó a defender su ventaja. Pero no hubo desbordes, no hubo sensación de que hubiese un equipo en el campo que se estuviese jugando la vida. Que igual alguno de los que vestían de rosa no se han enterado a estas alturas, pero es así.
Todo lo más, un remate de Iván Martín en el 65′ al que replicó el incombustible José Juan con una buena parada. Pobre, muy pobre balance, cuando se va perdiendo desde la media hora. Los albinegros se dejaron enredar por lo que los cursis llaman el otro fútbol. Que no es otra cosa que saber de qué va este bendito oficio. Ya debieron aplicarlo los linenses en las dos últimas semanas, cuando encajaron goles en el añadido.
Esta vez no hay a quien señalar como culpables más que a los del bando propio. Ésta no es la Balona que necesita la Balona para quedarse en Primera RFEF. Éste es un equipo que ha conseguido que los siete partidos que quedan por delante sean finales. Que ha perdido cuatro de sus seis últimos compromisos. Y lo que es aún más grave, que deja la impronta de no tener ni puñetera idea de cómo salir del atolladero.