La Balona, ni sí, ni no, ni todo lo contrario
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Los albinegros, generosos en el esfuerzo, se topan otra vez con su falta de gol.
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Mere vuelve a cambiar el sistema y el primer periodo resulta tedioso.
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Ackerman tiene que salir al rescate de los locales, volcados, en el tramo final.
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Mere: «Prefiero perder jugando como en la segunda parte a empatar haciéndolo como en la primera».
No siempre se puede ganar y más en una categoría tan puñetera como la Segunda Federación. La Real Balompédica se estrelló con ese precepto casi mágico que asegura que casi nunca un equipo suma dos victorias cuando juega dos partidos consecutivos en casa. No tiene lógica, pero es como si esas dos contiendas estuviesen conectadas o algo así. Los linenses firmaron tablas con un Rácing Cartagena que tiene un jugador de superior categoría, Carrillo, pero un bloque muy ramplón.
Los de casa buscaron más el triunfo, pero también es cierto que Facundo Ackerman tuvo que sacar a pasear su mejor versión en dos contras más que peligrosas de ese rival medio nómada para frenar la derrota. Así que el resultado final no se puede considerar tampoco un disparate. Los de Baldomero Hermoso Mere, que habían tocado fondo hace apenas 21 días, se han sobrepuesto con tres jornadas sin perder y dos porterías a cero. Que casi se pueden considerar tres, porque ante el Mirandilla encajaron poco menos que antes de empezar.
La marca de las tres victorias consecutivas de la Balona sigue fijada en abril de 2021. Habrá que esperar que no por mucho tiempo. Pero la afición de la Balona no se fue disgustada del Ciudad de La Línea. Más bien todo lo contrario. Porque a pesar de sus lagunas, la falta de gol la más profunda, lo que no se le puede negar a este equipo es el compromiso. Y con eso, la hinchada de la Recia lo perdona casi todo.
No es que fuese una sorpresa, porque más o menos lo dejó entrever en la previa, pero Mere cambió el sistema y volvió a renunciar a los tres centrales. Puede sonar ventajista recordar que en casa solo ha ganado con ese dibujo y nada menos que al líder. Pero ventajista o no es lo que dice la estadística. Y ya son cinco partidos en el Ciudad de La Línea, en los que marcado tres goles… dos ese día. Los de Cartagena habían visto el partido con el Marbella y se trajeron la lección bien aprendida. Jugaban temerosos de hacer concesiones. Muy recogiditos atrás. Y después dásela a Carrillo que es el que sabe de esto.
Con eso el primer tiempo fue propio de estas fechas. De esas historias de terror que se cuentan en la noche de Halloween. Un pestiño en toda regla. Solo se salvaron los diez-doce primeros minutos de los de casa, en los que Aridane Santana pudo adelantarles (6′) con un cabezazo que se marchó fuera. El centrodelantero albinegro no atinó con el marco, es cierto, pero no es justo quedarse con eso. Ganó todos (o casi todos) los duelos individuales en los que participó. Implicación máxima. Irreprochable. Igual si hubiese llegado un año antes no estaba la Balona en esta categoría.
Después de ese chispazo inicial la Balona se desconectó. Javi Pérez y Dani Santafé formaban un tándem prometedor en el mediocentro pero entre los pelotazos ya habituales de Jorge Morcillo (que una vez más acarició la expulsión con una entrada desmedida) y que los dos jugadores no se sentían cómodos… el fútbol brillaba por su ausencia. Tanto que Aridane Santana bajó una decena de veces a recibir. Parecía decir bueno si no lo hace nadie, a ver si yo soy capaz. Pero no es su tarea.
Cuando el árbitro decretó el descanso provocó un resoplido en la grada. Y es que poco antes de final la pudo liar Carrillo, pero se entretuvo en exceso.
Tras el descanso al menos pasaron cosas. La Balona seguía siendo un equipo previsible con el esférico, pero al menos lo era con un ritmo mucho más alto. Y como el rival no es precisamente un coloso, se le vieron las costuras. Los de casa crearon ocasiones y merecieron adelantarse en el marcador. Pero como ya sucedió en el partido ante el Estepona, flaquea en el área rival. Y este negocio, mientras nadie demuestre lo contrario, va de acertar entre los palos.
Entre el 60′ y el 70′ fue un asedio. Que si Morcillo (desde lejos) que si Santi Jara, que si Carbià… pero entre la inspiración (máxima) de Iván Martínez y la falta de puntería… nada, que no entró
En los últimos 20 minutos el partido se rompió. La Balona pagaba su generoso esfuerzo físico y su deseo de ganar y concedía contras. Nunca pensó aquello de que los partidos que no se pueden ganar hay que saber no perderlos. Fue a por la victoria. Que es plausible.
La más clara de las oportunidades de los murcianos llegó en un centro de Pepe Bernal para que Bianco se encontrase mano a mano con Facundo Ackerman a metro y medio del marco. El portero uruguayo se fue al suelo e hizo un auténtico paradón. Literalmente salvó a su equipo de una derrota que tampoco hubiese sido justa. A renglón seguido hizo otra parecida y el árbitro la invalidó por fuera de juego previo. Pero ahí queda la intervención.
En el tramo final volvieron a intentarlo con todo los de casa. Otra vez sin acierto, que eso de la suerte es para los sorteos de la ONCE. Y al final empate a cero entre dos equipos que no hacen goles pero tampoco reciben. Pocos millonarios habrán dejado las casas de apuestas.
No deja de resultar curioso que de haber ganado la Balompédica dormiría en play-off (de hecho está igualada con la quinta plaza) y de no haberlo evitado Facu Ackerman, empatada con el puesto de promoción. Ésa es la realidad de la Balona ahora mismo. Está a tiempo de escribir su futuro.