La Balona sufre una doble avería en Vélez
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Los albinegros, condicionados por un accidentado viaje, ofrecen una mala versión.
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Los linenses encajan en un solo duelo los mismos goles que en los cinco viajes precedentes.
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Los de Mere ven rota sus rachas de cinco jornadas sin perder y de 467 minutos sin encajar un gol.
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La derrota saca del play-off al equipo de La Línea, falto de intensidad.
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El Vélez-Balona arranca con 40 minutos de retraso por una avería en el autocar de los linenses.
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Mere: «Estuvimos muy lejos de lo que veníamos siendo».
Definitivamente hay días que es mejor no levantarse. La avería que sufrió el autocar que llevaba a la Balona hasta Vélez-Málaga y que obligó a que el encuentro comenzase con 40 minutos de retraso no era más que un aviso de que el domingo se le iba a atragantar el equipo de La Línea. El conjunto de Baldomero Hermoso Mere -que con una victoria se hubiese convertido en el mejor visitante del grupo IV de la Segunda Federación- echó por la borda de una tacada -y además de manera incontestable- su serie de cinco jornadas sin conocer la derrota, su espectacular racha sin encajar goles (que quedó detenida en los 467 minutos) y con ello volvió a descolgarse de la zona de play-off, en la que habían desembarco una semana antes. Por si fuera poco Fran Carbià tuvo que abandonar el terreno sangrando de manera abundante con una herida en la cabeza, aunque parece que la cosa no va a mayores. Vaya, uno de esos días en los que es mejor no salido de casa.
Los que subrayan una y otra vez la igualdad de este grupo de la cuarta categoría nacional no exageran lo más mínimo. La duodécima jornada lo ha puesto de manifiesto.. otra vez. El líder Marbella cayó en Lepe, donde el San Roque no conocía el triunfo. La Balona vio truncada su exitosa sucesión de jornadas sin morder el polvo en el campo de un Vélez que enlazaba siete fechas sin ganar, pero, también es verdad, que se mantiene invicto ante su afición. En apenas sesenta minutos encajaron los albinegros -que habían crecido en la competición precisamente desde la solidez defensiva- los mismos goles que en sus cinco desplazamientos precedentes. Lo decía el inolvidable Chiquito de la Calzada, una mala tarde la tiene cualquiera. Y, por lo que se ve, en Segunda RFEF, más.
El entrenador de los de La Línea, introdujo varios cambios en el once y hasta en el dibujo. Dio entrada a Morcillo en el eje de la zaga una vez cumplida su sanción, pero premió a Sergi Monteverde con la titularidad por sus últimas buenas actuaciones, colocándole en el mediocentro en detrimento de Dani Santafé, desdibujado ante el Sevilla Atlético. Santi Jara también recibió su premio por su brillantísima labor ante el filial nervionense, ocupando el costado, por lo que fue sacrificado Víctor Olmo. El puesto del lesionado Joao Pedro en ataque fue para Chema Moreno, lo que suponía una modificación en el esquema, ya que la Balona comenzó el choque con dos nueves puros.
Ya fuera por lo accidentado del viaje (que siempre provoca desconcentración), por lo peculiar del terreno de juego pero lo cierto es que la Balona salió en el Vivar Téllez con una marcha menos. El conjunto de la Axarquía ya avisó con dos acciones de peligro en los minutos tres y cuatro.
Hasta que en el 18′ cristalizó su superioridad. Con un disparo de Rafa Salama desde el borde del área. Un golazo, es cierto. Pero un golazo en el que fueron cómplices los visitantes, que primero permitieron a maniobrar a Luismi y luego rematar casi a placer al centrocampista madrileño. Sergi Monteverde llegó tarde para taponarle. No deja de ser curioso que esté ofreciendo más nivel como central que en su puesto natural.
La Balompédica reaccionó y la tuvo en el 22′, con un cabezazo de Aridane Santana tras un magnífico servicio de Nani desde el costado. Pero estaba escrito que esa magia que había acompañado a la Balompédica en el mes y medio precedente le había abandonado. Sencillamente. no era el día. Y el cuero lo vomitó el larguero. Nunca se sabrá, méritos al margen, qué hubiese sucedido si hubiese llegado el empate.
Esa ocasión no fue más que un espejismo. Porque la Balona, excepto en un córner y un disparo suave de Fran Carbià, ya no se dejó ver en ataque hasta el descanso. Tampoco es que el Vélez arrollase, pero sí tenía un punto más de intensidad y ganaba casi todos (y sin casi) los balones divididos. Hasta en tres ocasiones se plantó en el área de Ackerman en acciones de esas cuyo desenlace provocaron un suspiro en los alrededor de trescientos balonos que peregrinaron para ver a los suyos.
Tras el descanso y con desventaja Mere buscó soluciones. Dio entrada a Dani Santafé en lugar de Chema Moreno y reordenó a su equipo con tres centrales (Morcillo, Diego Jiménez y Sergi Monteverde), dando más libertad a los laterales, lo que implica un riesgo. Colocó a Fran Carbià por dentro, por detrás de Aridane Santana. No había funcionado lo de los dos nueves esta vez. Quizás porque son demasiado similares.
El Vélez leyó bien la maniobra. Buscó los costados y sentenció en el primer cuarto de hora. Primero en una acción en la que otra vez faltó contundencia atrás. Gastón Vallés remató al poste y fue el más vivo. Tomó su propio rechace y mandó al fondo de la red en medio de una multitud de defensas. Y cuatro después el exbalono Damián Zamorano enganchó una volea espectacular después de un centro desde la línea de fondo de Luismi, que se apuntó su segunda asistencia. El argentino cuajó un partidazo ante su exequipo.
Quedaba media hora, pero tanto los que estaban dentro como los de fuera sabían que esos treinta minutos eran solo un trámite. Los dos técnicos movieron el banquillo, a veces daba la sensación más que pensando en el futuro (salió por ejemplo Morcillo, que venía arrastrando problemas) que en mover el marcador de una contienda que se antojaba sentenciada.
En ese rato la Balona protagonizó dos noticias. Una mala, que Fran Carbià se tuvo que ir del campo con una brecha en la cabeza. Y otra buena, que Manu Toledano estrenaba su cuenta goleadora. Un tanto sin más valor que la satisfacción del chaval. Antes del final Facu Ackerman (que poca o ninguna culpa había tenido en los tres goles encajados) tuvo oportunidad de reivindicarse al sacar en plan portero de balonmano un mano a mano con Bashiru.
La derrota, y más en una categoría tan perra como ésta, tenía que llegar antes o después. Lo hizo en un partido en el que la Balona, que no tenía su día, ofreció su peor versión (sobre todo en defensa) y al Vélez le salió todo o casi todo.
La pena es que eso vino a suceder justo el día en el que un grupo numeroso de hinchas había viajado con la ilusión de ver a su equipo afianzarse en la zona alta. Y alguno de molestó tela, hasta encararse con el entrenador. Pero vaya, que por mucho que moleste, estas cosas pasan. No es cuestión de rasgarse las vestiduras, porque lo más probable es que estos vaivenes se sigan produciendo. Así es la Segunda RFEF. Por si a alguien aún albergaba alguna duda.