Poca Balona
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Los linenses completan una exhibición de impotencia y caen con justicia en Sevilla.
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Los albinegros regalan la primera parte y acaban sin lanzar entre los palos.
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La derrota supone también la pérdida del golaveraje con el filial bético.
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Mere: «En la segunda parte no asumimos el papel que nos tocaba».
Más que musho Betis (Deportivo), poca, poquísima Balona. Y poca por no escribir nada. No siempre suena la flauta de las remontadas, ni están enfrente rivales tan endebles en el apartado defensivo como La Unión o el Atlético Antoniano. El equipo de La Línea no solo deja pasar (otra vez) la posibilidad de subirse a la zona play-off, sino que pierde ante un rival directo, que además le araña el golaveraje por lo que pueda pasar cuando llegue la hora de la verdad. Vaya que perdió partido y pico en la Ciudad Deportiva Luis del Sol. Una gracia. Dicho todo eso, los argumentos esgrimidos no son lo más preocupante. Lo grave es que la formación de Baldomero Hermoso Mere desentierra la sensación de que -una vez ha madurado la competición- ante rivales de medio pelo hacia arriba no hay nada que hacer.
La Real Balompédica (esta vez de celeste), que en defensa completó 90 minutos aceptables, perdió de manera incontestable ante un rival que llegaba más que mermado, que acabó con media docena de juveniles sobre el césped y ante el que no creó una sola oportunidad de verdadero peligro. De esas que llevan a los hinchas a empezar a levantarse de sus asientos… ni una. Tanto es así que tal y como se desarrolló el encuentro el 1-0 final no fue malo para los linenses.
Resulta nocivo para la salud el mal gusto que deja ver a esta Balona como un equipo incapaz, plano. Porque ser quinto, sexto o séptimo en el arranque de la segunda vuelta puede ser algo circunstancial y de además de fácil solución. Lo otro, la incapacidad creativa, es un mal endémico desde que este centenario conjunto dio con sus huesos en Segunda RFEF. Maldita sea la hora. Y visto lo visto, no parece que vayan a llegar ya antídotos en el mercado de invierno, porque lo que se anuncian para estos diez últimos días de ventana de fichajes son, salvo sorpresa mayúscula, actores de reparto.
La Balona estuvo toda la primera parte a merced del Betis Deportivo, que ganaba todos los balones divididos, que vivía el partido con más intensidad. Sonrojante. En el 6′ ya tuvo que sacar una manopla Facundo Ackerman. Para entonces había empezado su exhibidión un juvenil, Jesús Rodríguez, que sacó del partido a Miguel Cera, al que el míster hubiese hecho un favor relevándole mucho antes.
En el 10′ entre el propio Cera y Javi Pérez derribaron al chavalín cuando entraba en el área y el correspondiente penalti lo transformó Mawuli en el 1-0. Por entonces no era público, pero era el principio del fin.
El balón siempre era para el equipo de las trece barras, con los balonos corriendo detrás, la mayor parte de las veces, a destiempo. En el 34′ llegó el único acercamiento de los visitantes en todo el primer capítulo. Un disparo de João Pedro que se marchó una cuarta fuera. El brasileño fue, de medio campo hacia adelante, lo único medio salvable durante toda la mañana. Poco, muy poco, para un primer tiempo que se hizo eterno.
Pareció que, movida más por la necesidad que por las ideas, la Balompédica salía mejor tras el descanso. Que daba un pasito adelante. Pero era un espejismo. En el 47′ Sorroche estrelló un disparo en la madera de Ackerman para ir limando esa sensación.
Fue entonces cuando la Balona sacó todas sus costuras a pasear. Exhibiciones de incapacidad de esas que molestas en las pupilas. Tuvo el balón, sí. Pero sin imaginación, sin recursos, moviéndolo con lentitud, sin agrandar el campo. Sin nada. A los chavales del Betis les bastaba con estar ordenaditos para que su portero acabase sin hacer una sola parada/parada. Por el contrario el internacional andorrano Berto Rosas estuvo a punto de sentenciar en una pared con Yanis, pero se le movió el punto de mira.
Aridane Santana completó su peor partido desde que desembarcó en La Línea. No ganó un puñetero balón dividido. Algo insólito en el canario, también hay que decirlo. Posiblemente influenciado por esta rémora, Fran Carbià, que tanto vive del la mayor parte de las veces generoso trabajo del nueve, estuvo desaparecido. Y así es casi imposible. Y sin casi.
Cuando llegaron los cambios ya era tarde. Demasiado. Todo hay que decirlo, tampoco es que aportasen demasiado. Igual es que no hay más cera que la que está ardiendo. Antonio Romero redebutó cuando quedaban poco más de veinte minutos y en ese periodo era complicado que le diese la vuelta a semejante desaguisado. Hay que seguir esperándole. A ver si con un poquito más de tiempo…
Para más inri, en los últimos compases, cuando se entendía que era la Balona la que debía vaciarse sobre la portería del portugués Guilherme era precisamente el filial el que tenía la pelota y el que pisaba campo rival. Nunca dio la sensación de que pudiese llegar la igualada.
El pitido final suponía la tercera derrota en las cuatro últimas salidas de un equipo que en el arranque de la competición se mostraba sólido en sus desplazamientos. Un nuevo revés para una hinchada que hace el esfuerzo, pero a la que no le dejan creer. Porque el problema, queda dicho, no es estar quinto o séptimo en mitad del mes de enero. La duda es, si esta Balona llega a un play-off, rindiendo a este nivel ¿qué opciones reales tiene de dar el zarpazo que se necesita para regresar a Primera Federación? Y ahora esperan Yeclano y Águilas. Sálvese el que pueda.