2023/242º FederaciónNoticiasResultados

Bochorno en el Ciudad de La Línea

  • La Balompédica cae sin oponer resistencia ante un Yeclano que domina en las dos área.

  • Los albinegros simulan dominar en un primer tiempo en el que el líder sentencia (0-3).

  • La afición, que asume el golpe con indiferencia, despide con ovación a los visitantes.

  • Mere: «Quiero pedirle perdón a la afición. Es un día muy doloroso para todos».

Triste. Muy triste. Sonrojante. Rayando lo vergonzoso. Lo inadmisible en una Real Balompédica Linense del que en julio se afirmaba que no faltaría dinero para construir un proyecto para devolverlo por la vía rápida a la Primera Federación. El Yeclano Deportivo (el Girona de la Segunda RFEF) dio una exhibición en el Ciudad de La Línea de lo que supone ser líder. Un muestrario de equipo sólido, con un manual reconocible. Que domina las dos áreas, que manda en el tiempo del partido. Que golpea cada vez que puede como un martillo pilón y que defiende su marco con exquisitez. Fue ese conjunto que un día del verano 2023 soñó en ser la Balona O mejor dicho, su afición soñó con que lo sería. Y que a finales de enero sigue sin verse por ningún lado.

Esa Balona que ahora, por segunda semana consecutiva se descompone ante un rival de entidad. Se empequeñece hasta casi desaparecer. El 1-4 del final no deja de ser una anécdota, por muy dolorosa que resulte. Y a fe que lo resulta.

Lo peor es la sensación de que esta Balompédica repite errores y no sabe como corregirlos. Ni con refuerzos ni sin refuerzos. Lo realmente preocupante es que se sigue alejando de la quinta plaza. La parte añeja, la parte sabía afición de La Línea despidió con una más que merecida afición al equipo del Altiplano. Hay que rendirse a la evidencia. Y esta Tribuna sabe demasiado de esto como para no aceptar lo que es tan indubitable.

El partido se jugó desde el pitido inicial a lo que quería el Yeclano. Que puede gustar más o menos, pero que es tan legítimo como cualquier otro camino que conduzca al triunfo. Y a los de Yecla ya lleva seis semanas haciéndolo. A los azulgrana (esta vez de morado) no les cuesta entregar el balón al rival. Sobre todo cuando el enemigo demuestra tan pocos argumentos. Y ahí andaba la Balona, simulando que dominaba por decisión propia. Y un disparito alto de Joao Pedro (13′) y otro desde el suelo de Fran Carbià (24′) para hacer crecer el espejismo.

En el 25′ el árbitro ignoró una posible falta a Diego Jiménez y la jugada acabo en córner. El periodismo bufandero tan de moda trataría de agarrarse a esa jugada. Pero de verdad, después de un 1-4 sería ridículo. El Yeclano sacó cortó desde la esquina, colgó al segundo palo, Morcillo se despistó y permitió a Serpeta hacer el 0-1. Una llegada, un gol. Por algo va primero. Otro tanto, por cierto, a balón parado que encajan los albinegros. Ya se lo podían hacer mirar.

Entre las infinitas diferencias demostradas entre los dos equipos una de ellas (una, de muchísimas) es eso de la suerte de los campeones. En el 33′ Antonio Romero -que estrenó titularidad y que como cabía esperar no era el antídoto a tantos males- botó una falta lateral con mucha pericia. Si es el Yeclano, acaba en gol. A la Balona se la sacó Gabri en la misma línea de meta.

Y tres después, el 0-2, En el segundo acercamiento. Tras una falta (otro balón parado) Morcillo (otra vez Morcillo) quiso despejar al pelotazo. El esférico se topó con Algisi, que había saltado a taponar, cogió una parábola maldita y se fue al fondo de la portería de Ackerman. La suerte de los campeones si se quiere. Pero de dos, dos para el Yeclano.

La Balompédica se descompuso. Ya ni intentaba simular que estaba en partido. Y en un ataque por un costado Nani debió pensar que para qué iba a entorpecer a Salinas, que marcó de tiro cruzado. Tres presencias en el área y tres goles. Alguna culpa tendrán los que se suponía que tenían que defender. Está escrito bien lo de tenían, porque hacerlo… no fue casualidad que acabasen el partido en el eje de la retaguardia Sergi Monteverde y Javi Pérez.

La segunda mitad se convirtió en un trago difícil de digerir. Fue una extensiva muestra de querer y no saber cómo por parte del equipo de casa. De que aquello tenía que durar noventa minutos pero que no había más. Para colmo en el 61′ Sergio Sanchis centró sin que nadie hiciese nada por evitarlo y Silvente remató sin más respuesta que la pudiese proporcionarle su propia sombra.

Después de los (otra vez) tardíos cambios, debut de Nando Copete incluido, llegó el 1-4, obra de Dani Santafé después de un error de Amador Zarco (80′). Por desgracia aún quedaban diez minutos de ese via crucis.

Por si el partido en sí no hubiese sido ya de por sí bastante desconcertante, el desenlace fue aún más kafkiano. A pesar del resultado y del bochorno, esta vez no hubo pañuelos, ni gritos al palco y los silbidos contra Mere fueron testimoniales. Lo que sí hubo fue aplausos (¡aplausos!) del Colectivo a unos jugadores que parecían celebrar no se sabe qué. Una conducta respondida con silbidos del resto de la hinchada… mientras Antonio Romero se retiraba pidiendo disculpas.

Da la sensación de que los balonos de bien empiezan a tener la sensación de que a su equipo no le da. Que espera otra temporada en esta Segunda RFEF que tanto se hace bola. Y lo que es peor, que lo asumen mitad con decepción, mitad con indiferencia, que es el peor de los castigos que una afición tan sentida puede infringir a su equipo, a ese que en otros tiempos se conocía por la Recia.

Se avecinan días complicados. Pero eso se lo ha ganado el vestuario. Única y exclusivamente.

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