Roldán, tenemos un problema
- La Balona cae en Torremolinos con un gol de córner y se despeña al descenso directo.
- Los linenses soportan al rival hasta el gol en el 52′ y carecen de respuesta después.
- Javi Moreno: «Estoy preocupado porque no nos pueden hacer goles con tanta facilidad».

Un día una expulsión más o menos injusta. Otro, los murmullos de la grada. Igual alguna vez se les escuchará recurrir a la falta de acuerdo sobre Gibraltar en el Brexit. O a si llega o no el ramal del Tren Litoral hasta La Línea. Siempre hay una excusa. Siempre necesita esta Balona una justificación -para el que se la quiera comprar- para explicar un fracaso tras otro. Un triunfo en ocho jornadas mantienen al borde del abismo a un equipo incapaz, que se queja por sistema de que siempre cae la moneda de cruz. Sin atreverse a confesar que igual para que caiga de cara hay que manejarse con más osadía, buscar más el premio gordo. En dos palabras, hacer méritos no media horita larga. De principio a fin. O cuando caiga aquí el premio igual ya será demasiado tarde. Por el momento ya está en puesto de descenso.
El Juventud de Torremolinos-Balona se jugó bajó una tromba de agua que acabó por convertirse en el principal protagonista. Era uno de esos duelos en los que antes de empezar el que más y el que menos masculla aquello de que el que marque gana. Porque es lo que suele pasar. Pero al conjunto de Javi Moreno se le pasó por alto un pequeño detalle sin mucha importancia, que para marcar… la más de las veces hay que lanzar a puerta. Una vez, una puñetera vez, lo intentaron los visitantes en 90 minutos. Y con eso, claro, casi siempre cae cruz. Y luego vienen las quejas. Las excusas que tan cansada tienen a su hinchada, que se siente engañada. Con más razón que un santo.
El primer periodo fue más equilibrado. Javi Moreno había introducido modificaciones hasta en el dibujo. A pesar de tener que prescindir de Moha Hamdoune por aquello del Ramadán y el ayuno, alineó tres centrales (Luis Martínez, Sergio Chica y Carlos Cano). Que es lo mismo que decir que defendía con cinco, pero en idioma panenkita.
Quitando los cinco-diez primeros minutos, la escuadra linense lograba mantener a la costasoleña lejos de su marco. Hasta la media hora larga el terreno de juego estaba medio practicable. Y es cierto que en ese periodo de tiempo las dos-tres escaramuzas las protagonizaron los verdiblancos. Pero era un partido de empate. Sin grandes ocasiones.
Al menos esta vez quedaba el consuelo de que la Balona no utilizaba como único recurso el desplazamiento en largo (panenkismo eufemístico para no emplear lo de pelotazo y tentetieso). Seguramente porque al no tener a Jack Harper en el césped tampoco tenía mucho sentido. Ojo que Dani Villa hizo muchas cosas bien. Pero él y João Pedro solos, desenganchados arriba, no pueden resolver la papeleta.
Cuando el crono superó los treinta y pico empezaron a aparecer los charcos. Precisamente uno de ellos estuvo a punto de jugarle una mala pasada a Álex Lázaro. Eso y un remate bien intencionado de Servetti en el segundo palo pusieron fin a un primer tramo en el que la Balompédica no desmereció.
Tromba de agua
Y llegó el descanso. Y alguien allá arriba decidió abrir el grifo a todo lo que daba. Cayó la mundial. Y para cuando los equipos regresaron al campo, el terreno de juego de El Pozuelo era ya una piscina. Sobre todo la mitad en la que atacaba el Juventud de Torremolinos.
El equipo de casa fue más pillo. Leyó mejor la partitura que una Balona que da la sensación que después de haberse exprimido hasta Navidad vuelve a encender la luz de reserva a poco que arranca la segunda parte. Se le hacen los partidos eternos. Y fue por ahí por donde comenzó a romperse. Porque perdía todos los duelos individuales, todas las pelotas divididas. O faltan las fuerzas o… mejor no escribirlo.
Así y todo parecía un partido sin partido. Pero llegó el 52′. Y David Hernández, que últimamente no deja pasar una oportunidad para meter la pata, cometió una falta innecesaria que acabó en córner. Y éste, en salida a por uvas de Álex Lázaro y en gol casi a puerta vacía de Javi Mérida. Vuelven los goles en contra de saques de esquina, no vaya a ser que se pierda una tradición. Otra vez se vino a la memoria aquello de que en este tipo de partidos, el que marca gana. Y había marcado el Juventud de Torremolinos.
Con el marcador en contra Javi Moreno -también es verdad de que porque ya nada tenía que perder- puso todo aquel que tenía en el banco al que se le presupone carácter ofensivo. Pero poco aportaron. Como muchos de ellos llevan haciendo desde el mes de septiembre. Por mucho que alguno se señale el nombre en la camiseta cuando hace un míserable gol de penalti.
En lo que restaba de mañana, siempre estuvo más cerca el 2-0 que el empate. Y eso que el agua parecía haberse puesto de acuerdo para acumularse donde atacaba el conjunto de casa.
Un balón largo que se comió la defensa, en el que pudo hasta haber falta a Pecellín, fue la única ocasión de los visitantes. Pero João Pedro quiso ajustar tanto, tanto, que el balón se marchó fuera. Por el contrario hasta tres veces la tuvieron los de casa, que en su caso no supieron utilizar el descabello.
Y punto final. Perder en el campo del segundo clasificado no es un drama. Que perder sea una costumbre repetida cinco veces en ocho semanas… eso ya es otra cosa.
La otrora Recia Balona apuntala a su entrenador en medio de un mar de dudas de su entorno. Lo hace tras caer derrotada a manos del equipo de aquel al que guillotinó tras ascenderla, porque, decían los que mandaban por aquel entonces, quería reunir mucho poder. Visto como le ha ido al míster y como a la Balona, habría que haberle dado más mando todavía.
Esta Balompédica cae a puesto de descenso directo en beneficio del Xerez DFC. Que hasta chirría que sea precisamente Fernández Rivadulla y con el equipo que tiene el que la adelante. Y lo que es mucho más preocupante: da la sensación de que la mitad de los que anidan en vestuarios en el campo no se han enterado todavía de la gravedad de la situación. Igual es que debería recordárselo es el propietario, Andrés Roldán. Es el que expone sus dineros. Pero entre unos y con los que juegan es con el sentimiento de muchos.
