Se hace camino al empatar
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La Balona suma un punto en un partido físico y presidido por el respeto.
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El Sanluqueño, que estrella dos balones en el palo, está más cerca del triunfo.
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Un grupo de descerebrados profiere insultos xenófobos contra Serge Leuko.
Real Balompédica y Atlético Sanluqueño se cruzaron en El Palmar en un momento delicado. De salida, ni uno ni otro quería perder, porque eso significaba echar sal en la herida, que no es pequeña. Y aunque el Atleti estuvo más cerca de la victoria, porque entre otras cosas estrelló dos balones en la madera, los dos se salieron con la suya. En un partido físico, presidido por el miedo a caer, el resultado más previsible era el empate sin goles: el que se dio. Un punto que acerca una mijilla a los de La Línea a la permanencia en Primera RFEF, porque además araña el golaveraje particular, pero que no acaba de disipar hacia dónde marcha un equipo que en ataque sigue sin dejar sensaciones. Ni buenas ni malas, sencillamente no deja.
Un punto es un punto. Sobre todo cuando se viene de dos desplazamientos saldados con derrota. Y cuando el contrincante es un presumible rival directo en la pelea por la salvación. Más aún cuando Nacho Miras tuvo que sacar otra vez su manopla mágica para evitar algún tanto y cuando el equipo de casa se estrella dos veces en la madera. Quince puntos le faltan a la Balompédica para la salvación. Quince puntos que no se antojan muchos, pero estos cálculos, ahí está la historia para demostrarlo, los carga el diablo. Quince puntos que los de blanco y negro tendrán que sudarse. Y si no, al tiempo.
Romerito no introdujo esta vez cambios sorprendentes en la alineación, porque empieza a no serlo que no jueguen Antoñito y Masllorens. Volvió a su sistema habitual, pero sin querer desnudarse demasiado. Pero el Sanluqueño salió con una chispa más y ya en el minuto tres Lucas Gaucho obligó al meta balono a desviar a córner como buenamente pudo.
Poco a poco la Balona se sintió más cómoda y los dos equipos escenificaban el partido previsible en El Palmar. Mucho contacto (pero con deportividad), muchas interrupciones, poca continuidad y nada de acercamientos. En el 30′ lanzaron los visitantes por primera vez: un disparo de Gerard Oliva que se embolsó Isma Falcón sin problema alguno. Vaya, un lanzamiento que no se puede computar como ocasión.
En el tramo final de la primera mitad fue del Atleti. Le metió una marcha más. Y los albinegros sufrían. Especialmente por su costado zurdo. Samanes tuvo que fajarse para proteger a Víctor Mena, que no termina de estar. Su primera media hora fue preocupante.
En el 32′ Nacho Miras sacó con el pie un disparo envenenado desde un costado. En el 34′ un centro con mucha mala leche de Armental no encontró al brasileño Lucho Gaucho por milímetros. Y la más clara, en el añadido. Un cabezazo de Javi Barrios que primero rozó el meta balono y después frenó el poste.
El empate no era ni mucho menos un mal resultado para la Balompédica en un descanso que se complicó cuando Serge Leuko advirtió al árbitro de que estaba recibiendo insultos racistas de un grupo de aficionados. El Sanluqueño, a instancias del trencilla, solicitó a través de la megafonía que acabasen los gritos xenófobos y afortunadamente el fútbol no volvió a verse prostituido por el comportamiento de cuatro frustrados que no dan para más y no representan a nadie. Y nadie incluye a la afición del Atleti.
El segundo tiempo tuvo un arranque esperanzador. Y en su conjunto tuvo más presencia de la Balona. Coulibaly envió dentro del área y Gerard Oliva mandó a la red. Rubén Ruipérez, bien asesorado por su auxiliar, anuló el tanto. Y en el 66′ un trallazo de Chironi dentro del área lo interceptó Azkue cuando buscaba la red.
Un poco antes había entrado Alhassan Koroma. Por fin. La única explicación razonable para que el sierraleonés no sea titular es que aún no esté bien físicamente. Porque su sola presencia le da dinamismo al juego, presencia en el ataque. Sin que hiciese nada del otro mundo, al menos dio la sensación de que podían pasar cositas. Que es verdad que no pasaron. Pero es que antes, nada.
En ese tramo final el exbalono Buevantura arriesgó. Acabó jugando con todo si arsenal arriba. Y estuvo a punto de alcanzar el premio. En el 76′ tras un córner, tocó Javi Navarro y el balón se fue al poste y si no entró fue de milagro. Los de casa reclamaron que había pasado la línea. Y a cinco del final Jorge Canillas puso a prueba otra vez a prueba a Nacho Miras.
El punto está ahí. Y con las apreturas que hay -y las que vendrán- todo lo que sea sumar es bueno. Así que mejor quedarse con los números que con las sensaciones y en un acto de fe, aferrarse a que el empate -cogido con alfileres- puede cambiar la dinámica. Lo otro es hacer como el presidente, Raffaele Pandalone, saltar al campo para aplaudir a la afición, que se desplazó a la capital de la manzanilla y que en estos momentos es lo mejorcito de esta Balona a la que le cuesta Dios y ayuda hacer un gol fuera de casa. Y claro, si no se marca, no se puede aspirar a mucho más que a empatar.