La derrota más dulce
-
La Balona, con diez por expulsión de Loren, no se intimida con un 0-3 y acaricia el empate.
-
Los albinegros, tras un mal primer tiempo, recurren a su ADN y se maridan con su afición.
- Toni García malogra en el 94′ un penalti para la igualada.
Escribió Valle Inclán en Sonata de Estío: “Lo mismo da triunfar que hacer gloriosa la derrota”. No es cuestión de debatir con el escritor modernista, pero igual, lo que se dice igual no da, porque la clasificación no entiende de sensaciones. Otra cosa es que haya pocas, muy pocas veces, en los que un resultado adverso proporcione a una afición (que cantó el himno a capela) tantos motivos para sentirse orgullosa de su equipo como el que cosechó la Real Balompédica ante el Linares, que firmó su primer triunfo en La Línea.
Por supuesto que hay lugar para la crítica. Porque los de casa concedieron demasiado en el primer tiempo (lo de después ya no cuenta porque no les quedaba otra que arriesgar), porque en el once había algún nombre que no tiene cabida, porque a Loren se le olvidó que porta el brazalete de capitán de una entidad histórica y se autoexpulsó en un momento delicado… pero lo que no hay es una sola oportunidad para el reproche. A esta Balona sí que le viene como anillo al dedo eso de que nunca se rinde. Y ante eso solo cabe descubrirse.
Con 0-3 y un hombre menos lo normal es facturar, proteger a los advertidos de sanción y recoger los bártulos lo antes posible no vaya a ser que la herida se agrande. Pero no, el equipo de Rafa Escobar no se dio por perdido, se fue a por el rival, asumió riesgos, se quedó colgado de ese portero superlativo del que está disfrutando y cuando había recorrido un camino que se antojaba imposible, cuando con el 2-3 disfrutó de un penalti en el 94′ el fútbol, que hace poco le había sido tan generoso en Córdoba, le mostró toda su crueldad porque Toni García -al que solo queda darle las gracias por asumir la responsabilidad- estrelló su disparo en el lituano Ernestas, que no tenía ninguno de sus pies sobre la línea de meta. Pero en vivo nadie se percató. Y menos aún el árbitro.
Por encima de todo Balona y Linares protagonizaron un encuentro de los que prestigian esta Primera Federación que algunos quieren enterrar. El espectador neutral, si es que eso existe, debió pasárselo pipa. Goles, polémicas, una casi remontada. Parecía uno de esos derbis de cuando salían buenos.
El problema es que, otra vez, el equipo de casa saltó al campo frío, nervioso, frágil atrás. Es cuestión de ir mirándolo eso. A los ocho minutos ya había permitido dos al Linares, que en la segunda acertó por medio de Samu Corral. Sin intención de señalar a nadie, el ataque visitante comenzó con una pérdida de balón de Gerard Oliva en el centro del campo.
Después vino la ruleta rusa. El intercambio de golpes. Borja López al larguero (10′) y la réplica jiennense por medio de Sancris a la cruceta. Álex Guti tuvo un mano a mano en el 32′, pero Ernestas comenzó a ponerse la capa de héroe al desbaratar con el pie y cuando el partido más parecía estar en el aire a Loren se le fue la mano. Nunca mejor dicho. Con un saque de banda a favor la sacó a pasear y el árbitro, que por otro lado estaba loco por la música, le mostró la roja.
Ahí sí que se tambaleó la Balompédica. Y el rival olió la sangre y lo aprovechó. El exalgecirista Javi Duarte se aprovechó de la tontuna de la defensa y cabeceó de manera inapelable a la red. 0-2 al descanso.
Escobar buscó el revulsivo con los cambios. Joel del Pino, Gerard Oliva y Alu Koroma dejaban el césped por (de)méritos propios. Pero mientras la escuadra de casa se reconstruía, como sucedió en el primer tiempo, otras dos de los mineros. La primera la evito Alberto Varo. Don Alberto para los amigos. La segunda una pena máxima de esas de atacante metido a defensor (Joao Pedro) que anotó el incombustible Lolo González.
Era el 0-3. Muchos pensaron en irse. Pero justo cuando estaba ya con una rodilla en tierra resurgió la Recia. Ese ADN que se tiene o no eres la Balona. El 1-3 de Jose Masllorens con un lanzamiento espectacular desde lejos encendió la mecha. Y lo que queda de ese Municipal en metamorfosis rugió. Porque bastó eso para que la grada olvidase la primera hora de los suyos. ¡Sí se puede. Sí se puede!
Lo creyeron los de fuera, los de dentro… y el rival, al que empezaron a temblarle las piernas. La Balona, ya a la desesperada, comenzó a asumir tantos riesgos que, lógicamente, los azulinos la tuvieron a la contra. Pero para eso está don Alberto. Don Alberto y otros nueve que hicieron lo indecible que los presentes se olvidasen de que estaban en inferioridad numérica.
Quedaban once minutos. Y Masllorens, cuya aportación en apenas 45 minutos fue espectacular, la puso al corazón del área pequeña para que Alhassan Koroma, que salió con ganas de reivindicarse y bien que lo hizo, cabecease a la red (2-3). Y ahí ya era un clamor. ¡Sí se puede. Sí se puede!
Y a punto estuvo de poderse. En el 94′. Y un penalti de pardillo (o de listo, según se mire) sobre Nico Delmonte, invitaba al extasis. Pero, desgraciadamente, no todos los cuentos tienen un final feliz. Y Ernestas amargó la fiesta a los de casa, que el consiguiente córner estuvieron otra vez a punto de empatar. Pero no estaba para ellos. Es uno de esos partidos en que si algo puede salir mal… sale aún peor.
El pitido final retumbó en los oídos de los balonos, que se negaban a rendirse. Esta vez el intercambio de aplausos del final estaba preñado de orgullo, de reconocimiento entre peloteros e hinchas, después de una derrota. No siempre se puede ganar. Pero si se pierde así, de verdad que se parece mucho a una victoria.