La Balona no puede con los elementos
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Las bajas, una pronta expulsión a Joel del Pino y un regalo de Nico Delmonte condenan a los albinegros ante un San Fernando práctico.
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Con 0-2 y en inferioridad los linenses acarician la igualada, pero la gesta vuelve a quedarse a medias.
Está escrito que a perro flaco… a esta Real Balompédica le empieza a pasar que en su momento más complicado todo lo sale mal. O que todo le sale mal y por eso ha llegado su momento más complicado, que tanto monta. Los albinegros enlazaron ante el San Fernando su tercera derrota consecutiva en un partido condicionado por las bajas, por un error mayúsculo de Nico Delmonte -no es el primero- y por otro aún de mayores dimensiones a medias de Joel del Pino y del colegiado almeriense Morales Moreno, que cayeron en la trampa que le tendió David Ramos y dejaron a los albinegros con diez hombres cuando apenas había transcurrido un cuarto de hora. A pesar de eso los de casa cayeron con las botas puestas, pero eso no evita que los de La Línea, que suman un punto de los últimos doce, se vean otra vez peligrosamente cerquita del precipicio. Y en pésima dinámica, que es aún más preocupante.
Rafa Escobar no podía ni imaginar en el arranque de la segunda vuelta que una mijilla más adelante tendría que mandar sus naves a luchar contra los elementos. Pero así es el fútbol y así es esta puñetera Primera Federación. Los albinegros afrontaban el partido con el San Fernando con cinco bajas (a la que se sumaría en el primer tiempo la de Fran Morante). El equipo estaba cogidito con alfileres, pero parecía que daba para competir.
De hecho, ahí estaban unos y otros en el tira y afloja hasta que Joel del Pino y Morales Moreno determinaron cambiar el rumbo de los acontecimientos. El zaguero cuerpeaba con David Ramos y soltó (como demuestran las imágenes de televisión) una mano de niño malcriado, sobre todo porque ya estaba amonestado. El rival, en un gesto que los suyos entenderán de picardía y los rivales de falta de lealtad deportiva, se fue al suelo como si hubiese recibido un tiro de gracia. El árbitro, que en principio parecía señalar saque de banda, cambió de criterio sobre la marcha (se entiende que instancias de su auxiliar) y mostró la segunda amarilla al lateral canario. Igual se podía haber ahorrado la amarilla, pero el futbolista de casa no es, por eso, menos culpable.
Se ve además que de David Ramos era una consigna, porque sus compañeros repitieron eso de irse al suelo con las manos en la cara en infinidad de ocasiones, pero el colegiado, que ya debía tener la mosca detrás de la oreja, ya no hacía ni caso incluso en alguna en la que hubiese estado justificada alguna amonestación.
La Balona se descentró mirando al árbitro y se descompuso. Escobar, que tenía escasísimos recursos en el banco, tuvo que colocar a David Guti en el lateral zurdo. El San Fernando sintió al rival herido y fue a por él. Dani Molina desaprovechó una cerquita del marco. Aquino estrelló un golpe franco en la mismísima escuadra hacia la media hora. En el 32′ Alberto Varo respondió con un paradón a una internada de Gabri, que era el mejor de los de la Isla. Y de tanto ir el cántaro a la fuente en el 34′ Chaira consiguió un golazo desde fuera del área (0-1).
Por si fuera poco a renglón seguido Fran Morante, que ya andaba con problemas, tuvo que solicitar el cambio. Entró Alu Koroma, que en principio estaba previsto que ni jugase. Y la Balona era un puzle. Un auténtico rompecabezas. Un central jugando de pivote, un mediocentro de lateral zurdo y un extremo diestro de lateral izquierdo. Por allí pasó más tarde Joao Pedro. Las cosas que pasan cuando no hay donde echar mano.
Tras el descanso quedaba la esperanza de una remontada al uso. Pero como todo lo que puede salir mal es susceptible de empeorar a Nico Delmonte le dio por regalar el 0-2 en el 58′. A Dani Molina solo le faltó abrazarse al argentino para darle las gracias por las facilidades. No toda la culpa de la derrota fue del árbitro ni de Joel del Pino.
Contra todo pronóstico fue entonces, cuando lo tenía todo perdido, cuando la grada empezaba a temer hasta por un resultado hiriente de esos que el San Fernando suele lograr en La Línea cuando la Balompédica sacó a relucir su ADN a pesar de que en cada cambio se veía obligada a reinventarse. Por cierto, con algunas sustituciones complicadas de entender.
Ayudó José Carlos, que quiso devolver la gentileza a Nico Delmonte e hizo un penalti tan absurdo como incontestable que transformó en gol Omar Perdomo en el 67′.
Los azulinos (vestidos de rojo) no supieron leer lo que quedaba de partido. Lo fiaron todo a provocar pérdidas de tiempo -el otro fútbol, que siempre es legítimo- y a tratar de aprovechar la ansiedad de los locales para sentenciar en una contra. La tuvo Gabri en un lanzamiento de rosca que se envenenó, pero se marchó fuera por poco.
Alhassan Koroma se echó a la espalda a su equipo. Bajó, subió, provocó tarjetas del rival y hasta por tres veces estuvo la Balona a punto de aprovechar su empuje para lograr el empate. Especialmente en el 82′ en un disparo cruzado de Joao Pedro que parecía inverosímil que no acabase dentro. En el añadido, con todos los de casa volcados, pasó algo similar con un disparo de Juanmi Callejón, solo que en este caso lo inverosímil es que la Balona pueda contar con un portero como Alberto Varo.
No hubo para más. La Balompédica necesita rearmarse cuanto antes porque eso de que las bajas no se notan y que por eso hay veintitantos jugadores en las plantillas es como lo del Ratoncito Pérez: un cuento muy bonito que no se creen ni los niños. Porque esto de las derrotas dulces (otra vez es imposible poner peros a la conducta a un equipo que no maneja el término rendirse) y las casi remontadas heroicas quedan muy bonitas hasta el lunes, pero pronto se olvidan. La clasificación no entiende de paños calientes, sino de puntos. Y hace rato que de esto último la Balona anda cortita.