Sin gol, no hay Primera Federación
-
La Balona cae en Fuenlabrada y reduce al infinito sus opciones de permanencia.
-
Los albinegros cuajan un notable segundo tiempo, que pone otra vez de relieve su falta de pegada.
Una concesión inexplicable. Un gol en el añadido. Una derrota in extremis, dolorosísima por la forma y por lo inmerecida, en un partido en el que el rival fue peor. Todo parece indicar que este cuento de la Primera Federación se ha acabado para la centenaria Real Balompédica Linense. Porque para lo contrario tendría que mediar un milagro [deportivo] que dejaría lo de la resurrección de Lázaro en una fruslería. Cuatro puntos con seis por jugarse. La soga cada vez aprieta más. Y cuando aprieta tanto a estas alturas, es por algo.
La Balona cayó en Fuenlabrada en un resultado con tintes catastróficos. Dentro de la catástrofe que supone descender de categoría. Pero la derrota llegó mucho antes de esa jugada desgracia del tiempo añadido, que será lo que refleje la cruel estadística. Perdió por esa alarmante falta de pegada que le viene lastrando desde agosto y que, a la espera de que sea oficial, le va a costar la categoría. Completó, paradojas de este bendito deporte, un notable segundo periodo, buscó más el triunfo, se hizo acreedor a un mejor resultado ante un enemigo al que empequeñeció… pero lanzó dos veces entre los palos. Y así… así es imposible.
Los kirikos se sujetaron en el alambre y, al amparo de un estadio que les tiene misteriosamente protegidos, aprovecharon un despiste monumental, que permitió al goleador David Vilán controlar absolutamente solo dentro del área, para asentar un golpe que se antoja definitivo para los de La Línea. Y si no es definitivo, se le parece mucho.
Víctor Basadre sorprendió apostando en el once por Gerard Oliva. Pero no se puede ni muchos menos decir que el centrodelantero cuajase un mal partido. Más bien todo lo contrario. Recibió de espaldas, dio aire a sus compañeros, provocó faltas… pero lo mismo, no dispara. Y sin gol, ya lo decía la publicidad, no hay fútbol. Sin gol no hay Primera Federación que valga.
El primer tiempo, aunque siempre con una Balona más presente, fue menos desequilibrado. El Fuenla hizo un par de incursiones en el área albinegra y Alhassan Koroma trataba de replicar. Pero eran más fuegos de artificio que otra cosa. Los miedos por lo mucho que había en juego se palpaban en los dos bandos.
Lo más claro del primer periodo fue un golpe franco en el 43′, ejecutado con tino por Yassin Fekir, que se marchó después de acariciar la escuadra.
Tras el intermedio la Balona fue mejor, sin medias tintas.Y en eso tuvo mucho que ver la brillante irrupción de Omar Perdomo en el lugar de un desaparecido Joel del Pino. Este cambio sí que tuvo contenido. El equipo visitante tuvo el balón, se anticipó, ganó los duelos divididos… pero a la hora de la verdad todo eran disparos desde lejos. Es que ni centros de esos que parece que va a rematar cualquiera. Vaya que Craninx paradas, lo que se entiende como paradas, no hizo ni una.
Los cambios de Basadre tampoco es que ayudaran mucho. No lograron su objetivo. Más bien todo lo contrario, ayudaron a difuminar un equipo que no lo estaba haciendo nada mal. El Fuenla sí mejoró con las sustituciones. Pero los balonos seguían siendo superiores.
A partir del minuto 70, quizás porque la Balompédica veía la victoria y todo lo que ello suponía al alcance de la mano, los albinegros comenzaron a hacer concesiones aisladas. Que si un remate de Diego García (65′) que si otro de Álvaro García (80′), pero sin resultado. Como si de un aviso se tratase.
Y cuando ya el reloj había superado el minuto 90 llegó el estacazo. Y el tiempo se detuvo. Para mal. Para muy mal. Con el pitido final caras descompuestas, miradas pérdidas… la antesala de lo que queda por venir si no lo remedia la sorpresa más grande que se ha producido desde que se instauró esta categoría.
En la caseta el llanto desconsolado de un presidente, Raffaele Pandalone,que refleja la sensación de que su proyecto se derrumba justo antes de que se produzca la venta. Hay vida, porque así lo dicen los números. Y a partir del lunes habrá que desenterrar la calculadora y el rosario para intentar volver a creer. Porque así es la afición de la Balona. Pero ahora mismo resulta complicado autoengañarse. Ahora se ve todo negro.