La Balona aburre a las ovejas
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Los albinegros ceden un empate ante un frágil Manchego después de marrar un penalti y de encajar otro gol de córner.
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Los linenses no han mejorado tras el mercado de invierno y repiten sus pecados de toda la temporada.
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Mere: «Me da rabia, era un partido que teníamos que ganar»
La Real Balompédica Linense malogró una oportunidad de oro para igualar esa quinta plaza por la que tanto suspira. Tampoco es noticia, porque con ésta van media docena de veces. El cuento de la lechera al lado de esto se queda en un micro-relato. El equipo de La Línea empató con un CD Manchego de Ciudad Real cogidito con alfileres y lo hizo víctima de sus propios errores, de sus infinitas carencias. Porque el rival además de ponerle orden y amor propio… lo justito. Y cuando no se puede con un enemigo como éste -que no se acuerda de cuando venció por última vez- es para hacérselo mirar.
Los albinegros jugaron una más que aceptable primera parte en la que enseñaron todas sus infinitas limitaciones ofensivas. Fallaron tres oportunidades de esas ahora se llaman manifiestas y que de toda la vida de Dios han sido de ésa hay que meterla. Para más inri, una de ellas fue un penalti. Y van dos en siete días. Los locales se desdibujaron del todo después de la hora de partido y encajaron un tanto de córner. Que ya es como una costumbre malsana. Diego Jiménez (una vez más un defensa) medio salvó los muebles tras otro saque de esquina y en la prolongación pudo ganar cualquiera. El resto de los marcadores de la jornada conceden un salvoconducto a los de Baldomero Hermoso Mere para seguir haciendo cábalas. Pero tanto depender de los demás no es sano.
Igual hay que acabar por aceptar que esta Balona no da para más. Es triste que los valientes que trincaron el paraguas y el chubasquero para irse al Ciudad de La Línea con la tarde que hacía saliesen del estadio con una sensación de vacío demostrado con una manifestación de suprema indiferencia, que es el peor de los castigos. Ver una y otra vez los mismos errores cansa. Agota. Y da la impresión de que tampoco pudieron resolverse con los cambios en el mercado de invierno.
La Balona fue mejor en los primeros cuarenta y cinco minutos. Entre otras cosas porque el rival, cuya mayor virtud es que sabe donde tiene las costuras, se parapetó en su área. Pero los de casa movían con cierto criterio el balón jugaban con fluidez, con rapidez.
Por tres veces acariciaron un gol al que se habían hecho acreedores Pero al final el fútbol se decide en las áreas y el que falla con la espada sabe que está condenado a fracasar.
En el 7′ una falta lateral botada por Pitu se paseó por el área y alguien llegó a tocarla, pero sin poder dirigirla. En el 24′, tras una pared con João Pedro, Fran Carbiá -el que ponía más sentido- se fue el suelo tras ser arrolado por Mitxell Van Rooijen. Penalti claro. Y esta vez no fue Aridane Santana, que ya lo malogró la pasada semana en Águilas El que tomó el balón fue Antonio Romero, del que se sigue esperando que aporte todo bueno que se espera de él. O sea, como durante toda la temporada pasada. El lanzador engañó al meta manchego… y lanzó directamente fuera.
Los de casa lo siguieron intentando y en el 40′ tuvieron una que igual era hasta más fácil que el penalti. Pitu -muy activo hasta el descanso- se la puso a Aridane Santana en la misma frontal del área chica. El canario cruzó en exceso. Desesperante. O mejor dicho, frustrante.
El inicio del segundo periodo fue como el primero. Pitu por dos veces (51′ y 53′) y Javi Pérez (57′) acariciaron la diana. Si fuese otro equipo hubiese dado la sensación de que era cuestión de tiempo que el balón entrase. Pero no es otro equipo. Es la Balona. Esta Balona. Un dato muy significativo, en todas las que se reseñan como opciones claras de gol, el portero visitante no tuvo que intervenir ni una sola vez a vida o muerte. Algo está haciendo mal la Balompédica.
Después de la hora de juego la desconexión. El ya no sabemos cómo hacerlo. Es más por primera vez se dejaron ver los forasteros, en una cabalgada de Carlos Jiménez que Álvaro Salinas estuvo a punto de aprovechar.
Y llegó el perro flaco. El de todas o casi todas las semanas. Un córner. Otra vez mal, muy mal defendido. Y un hombretón neerlandés llamado Milan Hilderink que cabeceó de cátedra.
Hala, otra vez a remar a la contra. Una vez más a sufrir hasta el infinito. Llegaron los cambios, que llevaban implícitos una dosis de desesperación. Entre otros se fue Mancheño que no lo había hecho nada mal. Pero a ver quién lo discute porque fue su revelo, esa navaja multiusos que identifican como Diego Jiménez el que consiguió rescatar un punto.
Ya en el añadido Nando Copete tuvo la oportunidad de entrar por la puerta grande en la familia balona. Se encontró un balón diáfano en el segundo palo. No le pegó ni a puerta. A la contra Tommaso Rossi no se sabe muy bien cómo pero envenenó un centro y Facundo Ackerman tuvo que sacar la manopla. Ya era lo que hubiese faltado.
La Balona se queda a dos miserables puntos del quinto clasificado, el Estepona, al que visita el próximo domingo (12:00). Otra vez se autocastiga con una final, porque una derrota puede implicar colocarse ya a cinco puntos del play-off. Bastante hacen los hinchas hacen con ser indiferentes. Porque esto es para aburrir al mismísimo Santo Job.