En el nombre de Morcillo
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Un tanto del zaguero desde campo propio en el 94′ proporciona a la Balona un triunfo salvavidas.
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Los albinegros saben sufrir y vencen en un escenario en el que nadie lo había logrado.
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El ‘morcillazo’ indulta a Aridane Santana, que había malogrado un penalti en el 51′.
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Los albinegros mejoran en implicación sus actuaciones precedentes.
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Mere: «Son tres puntos a los que damos mucho valor».
Esta Balona de la Segunda Federación sería el participante perfecto por excelencia de una edición futbolística del programa Supervivientes. Cada vez que está contra las cuerdas encuentra una fórmula para renacer desde las catacumbas. Y ya se sabe como es su hinchada, que de querer echar a medio vestuario pasa a hacer cuentas, convencida -porque de hecho es así- de que ya está su equipo ahí al ladito de la quinta plaza, a dos puntitos de nada. El equipo de Baldomero Hermoso Mere concretó en El Rubial, ante el Águilas FC, una auténtica gesta. Lo dice la estadística: ganó donde no lo había conseguido nadie en toda la temporada.
Una victoria muy al modo balono, con montaña rusa incluida. Porque otra cosa no, pero esta Balona 23-24 le roba un ratito de vida en cada partido a los que sienten en blanco y negro. Aridane Santana malogró un penalti en el 51′, los linenses lo pasaron hasta mal después y en el 94′, en una jugada de pillería llegó el tanto del triunfo, con la firma de Jorge Morcillo. Un gol desde campo propio que relanza a un equipo que, demostrado queda, se encuentra cómodo sobre el alambre.
El Águilas -que igual no hay que olvidar que no encajaba un gol desde el 16 de diciembre- y la Balona protagonizaron su partido sobre un guión previsible: muy táctico, enmarañado a ratos. Cada uno esperando su turno para tener la suya y a ver quién la caza. El típico encuentro que o a acaba en empate o se resuelve en un chispazo. Y esta vez el que dio con el interruptor fue Morcillo para entregarle a los linenses la victoria. Puede, por infinitos argumentos… que la más valiosa de la temporada.
El tanto del valenciano viene a ampliar el catálogo ése de historias con bonito final pero contadas con renglones torcidos a las que tanto parece aficionado esta Real Balompédica. El defensor había sufrido un banquillazo en toda regla después de quedar señalado en la derrota ante el Yeclano de una semana antes. Cuando salió al campo pareció una apuesta tácita por el virgencita que me quede como estoy. Fácil apostar a ganador que hubiese sido muy criticado el técnico por esa decisión si el partido acaba 0-0.
Y de repente, de la nada, de una falta en campo propio que esas alturas se utiliza para perder tiempo, Morcillo se sacó un disparo de 60 metros después de observar a Iván Buigues adelantado. Tirar de galones se llama eso. Queda instituido el morcillazo, que tuvo el efecto añadido de indultar a Aridane por su error desde los once metros y de paso aliviar el debate sobre el míster. Lo escrito, renglones torcidos.
En el primer tiempo no sucedió gran cosa, al menos en las pupilas. En los primeros veinte minutos era como si al campo le hubiesen quitado las áreas. Se imponía el sacrificio, el orden, la disciplina (todo en grandes dosis y por los dos bandos) y cada equipo tuvo la suya. A los 19′ Facundo Ackerman -cuyo papel en la temporada igual es más importante de lo que se le está reconociendo- sacó su manopla en un remate con mucha intención de Mawi. Y ya casi en el límite Buigues se quedó con un disparo de Antonio Romero en un golpe franco frontal.
Tras reanudarse el juego la Balona pareció salir con una marcha más. Presentando credenciales. Asomándose al campo rival. Consciente, como había advertido en la previa el entrenador de casa, de que sabía la diferencia entre el empate y el triunfo. Y en el 51′ Pelón derribó a Fran Carbià dentro del área y el árbitro señaló la correspondiente pena máxima sin atisbo de duda mientras los visitantes, precipitadamente como demuestran los hechos, incluso se abrazaban.
Aridane Santana tomó el balón con convencimiento, pero solo él sabrá qué se le pasó por la cabeza. Con su equipo jugándose la vida [futbolística] da la impresión de que quiso ejecutar un Panelka y que o dudó a última hora o le pegó rematadamente mal. El hecho es que el esférico buscó mansamente las manos del portero contrario. Habrá debate sobre si, tras consumarse el regreso de Antonio Romero, debió ser el centrodelanetro -que no atraviesa su mejor momento- el que ejecutase el castigo. Pero que nadie olvide que ya asumió esa responsabilidad ante el Marbella en el Ciudad de La Línea y entonces acertó.
El equipo de La Línea no se descompuso, pero sí acusó el golpe. Durante lo siguientes veinte-veinticinco minutos daba la sensación de que el 1-0 podía llegar en cualquier momento. En el 67′ el algecireño Francis Ferrón estrelló un cabezazo en el larguero y en el 71′ a Rubén Solano se le fue el disparo por una cuarta.
Llegó el añadido y con ello el momento Balona. Primero Iván Buigues -del que merecidamente alardea el Aguilas- se hizo un lío y tuvo que retroceder y acabar por el suelo para evitar que Nando Copete le robase la cartera. Parecía el último coletazo. Pero llegó una absurda falta en ataque. Casi todo el mundo se desentendió y Morcillo se redimió con un golazo, en medio de una explosión de júbilo del banquillo que por sí sola explica lo que supone este resultado.
La Balompédica se niega a descabalgarse de su sueño. Hay que asumir que no es un equipo divertido, pero esta vez si fue competitivo, una faceta que se echó en falta el Yeclano y en la Ciudad Deportiva Luis del Sol. Esta vez sí se comportó como un bloque con gente implicada, consecuente con la camiseta que porta. Y el fútbol extendió de nuevo su eterna varita mágica para concederle tres puntos de un valor incalculable después de, un dato que no hay que pasar por alto, volver a dejar la portería a cero. Vuelve a salir el sol.