La Balona se queda sin saldo
- Los albinegros naufragan ante la Minera, enlazan su tercera derrota y caen al puesto de promoción.
- Los linenses regalan el primer tiempo con una alineación caprichosa y apelan sin suerte a la épica tras el 1-2 en el 89′.
- Javi Moreno: «Partido nefasto, horroroso; tenemos que ser más atrevidos».

Un mes, un miserable mes, ha tardado la Real Balompédica Linense (y por extensión se puede entender que su entrenador, Javi Moreno) en dilapidar el crédito conseguido en el tramo final del pasado año. Tres partidos con tres derrotas y, lo que es peor, la imagen de inferioridad exhibida en los dos encuentros de casa. Tres marcadores adversos que arrastran de nuevo a la Balona a la plaza de promoción, que vista su falta de fútbol (y ante la Deportiva Minera de muchas más cosas) está mucho más cerca de su realidad que aquellos cantos de sirena que acompañaron sus primeros pasos de 2025. Los albinegros tiraron literalmente el primer tiempo mitad por indolencia mitad por culpa de una formación inicial muy mal diseñada. Y cuando después del 1-2 quisieron echar mano de la heroica ya era demasiado tarde.
Jugar en el Ciudad de La Línea se está convirtiendo en un suplicio para esta Balona preñada de mediocridad. Y para una hinchada que se cansa de ir al estadio para no ver nada. Pero nades nada. El albinegro es un conjunto huérfano de fútbol, cuya falta de creatividad queda al descubierto en cuanto un equipo llega y sabe tocarla lo más mínimo. Sucedió ante el Almería B y se repitió ante la Deportiva Minera. Los dos profanaron la otrora inviolable casa albinegra porque fueron superiores, sin ambages. Ante los mineros no queda siquiera la acción polémica a la que agarrarse a manera de cortina de humo.
En el duelo con los del Llano del Beal, además, los de casa se lo pusieron fácil. O mejor, su técnico se lo puso fácil. Tuvo lo que en el argot se conoce como un ataque de entrenador, que por otro lado sucede en las mejores familias. Pero lo cierto es que organizó un pifostio. Prescindir de Álex Hernández que es el único que medio la quiere es un lujo, sobre todo cuando no hay un relevo. Mantener a Carlos Cano, que tiene alma y mecanismos de central en la zona media, una cabezonada. Sentar a Jack Harper -después del golazo de una semana antes en San Fernando- para jugar dando pelotazos y situar de referente arrriba a Fran Carbià chocando con dos centrales que le sacaban 30 centímetros, un disparate. Lo de Carlos León es mejor no calificarlo, no sea que se vaya la mano y haya que terminar indemnizando.
Semejante desaguisado dio pie a un primer tiempo inaceptable. Al equipo de casa le faltó actitud, argumentos, orden, iniciativa… todo lo que le había permitido abandonar las cloacas de la clasificación. Los jugadores que se lo hagan mirar, que cobran religiosamente y cuando hay tanto en juego, se tiene que notar. Claro la Deportiva Minera (que sigue invicta en en 2025) arrancó titubeante, se dejó enredar en unos primeros compases oscuros, parón va parón viene.
Pero ante tanta gentileza se fue viniendo arriba hasta que avisó un par de veces. Y en el 38 llegó el 0-1. Carlos Cano regaló un balón en plena salida. Sin comentarios. El balón llegó a Sandji Baradji, que aprovechó un inoportuno resbalón de Moha Hamdoune y Rubén Mesa golpeó como solo hacen los que llevan un verdadero nueve dentro. A Álex Lázaro solo le quedó seguir con la mirada la estocada.
El tanto acabó de descomponer a los de casa, que en el último cuarto de hora bastante hicieron con salir ilesos. Hasta tres veces estuvo a punto de marcar la Minera. Tres ocasiones de esas que hacen escapar suspiros de alivio cuando no cristalizan. El 0-1 era, de largo, lo mejor que le podía suceder a la Balona, visto lo que había sucedido durante cuarenta y cinco minutos. De lo peor que se le ha visto en lo que va de curso, que ya es decir.
Cuatro cambios de una tacada
En el descanso Javi Moreno asumió su colosal error y cambió a cuatro de una tacada. Con Harper, Hernández (sobre todo) Toni Jou y Adri Carrasco al menos la Balona era un equipo reconocible. Los dos primeros balonazos los agarró el malagueño de origen escocés y el rival empezó a no sentirse tan cómodo. Parecía que el conjunto de casa levantaba cabeza y justo cuando mejor lo estaba haciendo, asistencia a la espalda de Adri Arjona que culminó, otra vez, Rubén Mesa.
Lo de los fichajes de invierno merece un análisis mucho más amplio y sosegado. Pero sobre todo el caso de Luis Martínez. Deslumbró en su debut en Lebrija, pero ha ido a menos y ahora da la sensación de que incluso es responsable del bajón de nivel de Moha Hamdoune, que hasta hace nada era el valor más estable de los linenses. Al marroquí le ha sucedido de todo y nada bueno en las dos últimas jornadas. Desde luego Martínez no ha justificado hasta ahora el ajusticiamiento repentino del que ha sido objeto Sergio Chica.
El 0-2 acabó con esa mejora/espejismo de la Balona en el arranque del segundo periodo. El partido entró en una fase que era un alarde de impotencia de los de casa, que ahora a ratos sí tenían el balón, pero como el que tiene un mando a distancias sin pilas.
En el 88’ y después de un par de indultos por parte visitante a Escudero se le fue la mano y arrolló a João Pedro. Hubo dos o tres jugadas de ésas en las que se pide penalti y el árbitro se decantó por ésta, en la que el empujón existió. Igual lo pudo hacer con cualquiera de las otras. Marcó Jack Harper, al que su entrenador no ve como titular, pero que ya lleva siete dianas. Seis tiene Omar Perdomo, al que su equipo no ha dudado en renovar.
El 1-2 le dio emoción al tramo final. La Balompédica apeló a la épica e incluso tuvo un par de ellas, pero aquello del Antoniano de la primera jornada de 2024 se da una vez de higos a brevas. Sobre todo cuando la Balona ha sido tan inferior al contrincante y ha tardado vida y media en lanzar por primera vez a puerta. Quizás en vez de tanta autopsia futbolística al uso, resulte más sencillo aceptar que la Deportiva Minera es mejor equipo. Entre otras veinte mil causas, porque tiene mejores jugadores. Y un plan de juego muy definido.
La afición recibió con indiferencia, que es peor que el enfado, una derrota que pone a su equipo cara a cara con el miedo a perder la categoría. La temporada (y van tres) se vuelve eterna. Y ya no queda mercado de invierno con el que resolver tanta mediocridad. Ojo que el arranque de la segunda vuelta ya es peor que el de la primera. No quedan faitiguitas por delante ni nada.
