La Balona, en modo superlativo
-
Los albinegros cuajan un partidazo y desarbolan a uno de los favoritos.
-
El Albacete se adelanta y los de casa remontan con dos goles de Fran Morante.
-
Con un hombre menos desde el 72′, Dorrio y Koroma completan la épica goleada.
Más no se puede pedir. Sería casi pecado y de los gordos. Una Balona que llegaba herida por una de esas derrotas que suelen dejar poso y que de repente, sin estar haciendo las cosas mal, se vio por detrás en el marcador ante uno de los transatlánticos de la categoría sacó de todo, desde amor propio a juego, hizo bueno el trabajo de estrategia de la semana y acabó apabullando a un Albacete que no sabía por dónde le venían las tortas. Los de Romerito hicieron bueno aquella frase legendaria que se atribuye a Helenio Herrera y cuando se quedaron con diez por la expulsión de Masllorens, con 20 minutos por delante y 2-1, lejos de intimidarse le buscaron las cosquillas al Queso Mecánico y le endosaron dos goles más. No podía estar más justificada la explosión de júbilo de su hinchada, que asume cada día más que el maltrecho Municipal se transforma en fortaleza cuando en vez de estructura se habla solo de fútbol.
Ahí sigue la Balona. Arriba. Muy arriba. Doblegando en casa a casi todo rival que se le ponga por delante. Esta vez le tocó al Albacete, al que ni siquiera le valió con ponerse por delante. Esta Balompédica ganó como quiere su gente, sacando a relucir en el tramo final el ADN de Recia cuando más que necesario era imprescindible. Pero también con buen fútbol. Logró un triunfo incontestable ante un rival en al que minimizó hasta hacerle parecer vulgar [parecer, solo parecer] y que se fue con una de esas goleadas que hacen daño al prestigio.
Los de casa salieron bien. Presionando muy arriba, sin permitir a los manchegos que sacaran el balón. Creando incertidumbre, que no ocasiones. Si acaso un disparo de Antoñito al que replicó el serbio Dragan Rosic con los puños.
Los visitantes se empezaron poco a poco a sacudir esa presión y a tocar. En el 14′ botaron su primer córner. En el 20′ Jeisson Martínez no llegó de milagro a un centro-chut de Fran Álvarez y en el 22′ se adelantaron en el marcador, en una jugada vertiginosa por su derecha, que acabó con el islandés Johannesson poniéndola atrás y con Fran Álvarez pegándole raso.
La Balona corría el riesgo de entrar en pánico. De acelerarse más de la cuenta. Pero nada de eso. Se mantuvo con la cabeza fría, como si nada hubiese pasado y en el 26′ llegó el empate. En una dejada de Jesús Muñoz para Leandro Martínez que interceptó Rafa Gálvez sobre la línea de gol. Pero Fran Morante había tenido la fe de ir a buscar el rechace, como si en vez de central fuese centrodelantero, y se jugó el pie para hacer el empate.
En lo que quedaba de primer periodo mandó el conjunto albinegro, pero un cabezazo de Gerard Oliva solo ante el marco que se marchó fuera había sido invalidado y otra carantoña de Antoñito la volvió a replicar el meta visitante. Sin ocasiones que llevarse a la boca vaya.
Nada más volver de los vestidores, el conjunto de casa advirtió que quería la victoria. Un disparo de Dorrio pegó en Coulibaly y llegó muy cerca del marco a Leandro Martínez quien lanzó un poco forzado y dio pie a un paradón de Dragan Rosic.
Y en el 57′ volvió a aparecer Nacho Miras. Como casi todos los partidos. Como casi siempre en el momento clave. Una agarrada a un disparo de Sergi García seguramente cambió el rumbo de los acontecimientos. Seguramente. Porque a renglón seguido llegó el 2-1. Un disparo de Coulibaly pegó en Gerard Oliva y ¿quién estaba allí para remachar? El siempre atento Fran Morante, que puso el 2-1.
Era demasiado bonito, así que había que añadirle dificultades para que la victoria tuviese los tintes épicos que acabó amasando. Llegó con la expulsión de Masllorens, que se ganó dos tarjetas en apenas cinco minutos y se fue al vestuario. El Albacete, con uno más, dio un paso adelante con los cambios y parecía que se venía lo peor. Pero no había calibrado que enfrente tenía a un equipazo.
Con un futbolista menos la Balona supo leer el partido. Aprovechó los huecos que dejaba un Albacete que no sabía ya cómo meterle mano al partido. Y llegó el 3-1, desde fuera del área, de Josué Dorrio, que se fue a abrazarse con Pepe García, El Masa, que es una forma de poner de manifiesto que ya ha entendido lo que supone este club. Aunque hace tiempo que lo manifiesta con su fútbol.
En medio del éxtasis salió Alhassan Koroma, que esta vez sí, fue el Koroma sobre el que pusieron las miradas equipos de mucho prestigio hace apenas unos meses. El primer balón que tocó lo convirtió en gol con un disparo cruzado, también desde la frontal. Y para que nada faltase, en el 92′ otro paradón de Nacho Miras.
Ya no cabía más felicidad en el estadio. Y es que 4-1 al Albacete, sí sí, al Albacete, no se hace todos los días. Más bien no se hace casi nunca. Y lo hizo la Balona. Esta Balona que, sin mirar a nadie por encima del hombro, sin perder un ápice de humildad, no se pone límites. Esta Balona que enorgullece a los suyos. Esta Balona a la que Romerito le está sacando más conejos de la chistera de los cabía imaginar. Pedir más debería estar prohibido. Así que esta semana toca disfrutar. Que rabien los que no quisieron verlo.