1º Federación2022/23Resultados

El Balona-Unionistas, interruptus

  • Los dos conjuntos fuerzan el inicio mientras que el árbitro ofreció que ni comenzase.

  • El delegado arbitral, Enrique Figueroa, induce al colegiado a parar el choque en el 18:40.

  • El trencilla anuncia primero que esperará «media hora» pero aplaza de forma definitiva cinco minutos después tras consultar con sus superiores.
  • Los miércoles 11 y 18 de enero, los más probables para la continuación.

Dieciocho minutos y cuarenta segundos duró lo que pretendía ser un encuentro de fútbol entre la Real Balompédica y el Unionistas de Salamanca. Dieciocho minutos disputados en medio de una auténtica tempestad de viento y agua que incluso propició que InSports TV no ofreciese las imágenes del choque porque el actual Municipal no reúne condiciones para que sus cámaras pudiesen trabajar con un mínimo de seguridad. Fue el informador arbitral, el excolegiado sevillano Enrique Figueroa Vázquez, el que, a través del cuarto árbitro, el granadino Juan Manuel Ruiz Aguilera, comunicó al juez de la contienda, el pacense Manuel García Gómez, que había llegado el momento de parar el duelo. En ese instante el marcador era de empate a cero y la Balompédica se preparaba para botar un córner desde la esquina contigua a la grada de Preferencia de la portería más cercana al Peñón.

Más de una hora faltaba para el mediodía, momento en el que estaba anunciado el comienzo del Balona-Unionistas de la Primera Federación, y ya se discutía en vestuarios sobre si debía o no escenificarse el choque. La tromba de agua que había caído durante la madrugada sobre La Línea -y que a esa hora seguía haciéndolo- ponía en tela de juicio si podría llevarse a cabo con un mínimo de racionalidad.

El árbitro extremeño García Gómez ofreció a los dos equipos la posibilidad de no iniciarlo. Ambos conjuntos, a través de sus delegados, Joaquín Jiménez y Álvaro Torres, insisten en que el balón eche a rodar. Los locales, con el determinante voto a favor de su presidente, Raffaele Pandalone, y su entrenador, Rafa Escobar, entienden que tras la derrota en el Clásico del pasado miércoles no es bueno dejar otro fin de semana sin puntuar. Los charros piensan en evitarse otra paliza de autobús y en que el aplazamiento puede tener consecuencias directas en las vacaciones de Navidad de la plantilla.

En las gradas apenas 465 hinchas, que dan señales de ser muy pero que muy balonos. No había donde guarecerse. Un puñado intentó hacerlo en las presuntas cabinas de prensa. Sin suerte. Porque allí se mojaron tanto como fuera.

Un poquito después de las doce el colegiado daba el pitido inicial con un once de la Balona preñado de sorpresas. Desde el saque inicial, que correspondió a los de casa, era palpable que el terreno de juego -cuyo drenaje es un lujo- llevaba mal las precipitaciones de las últimas horas. Apenas un par de minutos después la lluvia se constituía en amago de diluvio y el viento azotaba hasta hacerse literalmente insoportable.

Los futbolistas bastante hacían con mantenerse en pie. El balón dejaba poco a poco de circular. Lo único parecido a una acción de ataque fue un magnífico pase interior de Bobby Duncan -una de las novedades- a Omar Perdomo que el canario controló con dificultades y acabó entregando al meta visitante.

Después de un cuarto de hora el delegado arbitral, Figueroa Vázquez, comenzó a dar la vuelta al campo. Caminaba por las pistas de atletismo desde la grada de Preferencia hacia los banquillos. Y allí charló con el cuarto árbitro. García Gómez, alertado por el pinganillo, se acercó a recibir instrucciones y de su silbato emanaron esos tres pitidos entrecortados que en ese momento sonaron a indulto para todos los presentes. Los hinchas se guarecieron en los bajos de Preferencia y comenzaron a cantar, como si aquello no fuese con ellos.

En la puerta del vestuario arbitral el propio colegiado conversaba con los dos porteros, Alberto Varo y Salva de la Cruz. “Vamos a dejar pasar media hora y tomamos una decisión”, les dijo. Los guardavallas se fueron hacia sus respectivos casetas. Y apenas cinco minutos después el delegado de casa irrumpía en la sala de prensa: “El partido está suspendido, definitivamente”. Al parecer el trencilla consultó con sus órganos superiores en Madrid y le dieron el OK para el aplazamiento, sin más esperas. Algo que no sucedía desde 2008 en un Balona-Granada 74.

Lo curioso es que poco después no es que amainase la lluvia, sino que dejó de llover. Pero a esas alturas algunos jugadores ya habían hasta abandonado el estadio.

El acta

“Se ha suspendido el partido el día 11/12/2022 a las 13:06, motivado por [Mal estado del campo (encuentro comenzado)] con el resultado de 0-0”, escribió el colegiado en el acta.

“El partido queda suspendido de mutuo acuerdo por todas las partes en el minuto 18:40 debido al mal estado del terreno de juego a causa de la lluvia, imposibilitando en todo momento que el balón se moviera y corriendo peligro la integridad física de los jugadores debido a esta circunstancia”, añadió.

“En este momento, el juego se encontraba detenido, con tiro de esquina a favor del equipo local, en el cuadrante de esquina situado a la izquierda según se sale del túnel de vestuarios. El sorteo inicial favoreció al equipo visitante, situándose éste en la mitad del terreno de juego situada a la izquierda, según se sale del túnel de vestuarios y ejecutando el saque inicial el equipo local”, agrega.

Ahora solo queda saber a qué día y hora se reanudará el choque. El reglamento establece que, siempre que sea posible, deberá hacerse antes de que arranque la segunda vuelta, lo que está previsto que suceda el 21 de enero. Y por medio hay un parón por vacaciones. El 21 de diciembre queda descartado ya que se juega Copa del Rey y el árbitro García Gómez ya tiene un partido asignado. El cuatro de enero, por lo tanto, se avista como una solución muy factible. Los dos clubes han pactado en vestuarios solicitar a la Española que se dispute bien el 11 bien el 18 de enero.

La Balona se congela

  • Los albinegros cosechan su primera derrota en casa de la ‘era Escobar’.

  • Los linenses, espesos, se estrellan en el exquisito orden de Unionistas.

  • Los locales perdonan sus ocasiones y regalan el tanto a los salmantinos.

La guasa que tienen esos partidos que se quedan por el camino y con los que todo el mundo cuenta como si los pudiesen ganar los dos que lo saltan al césped. El frío casi glaciar que apretaba en el Municipal de La Línea congeló las ideas de una Balona que perdió su primer encuentro en casa desde que Rafa Escobar tomó el mando, hace exactamente tres meses.

Lo hizo en un partido con sensaciones extrañas, muy de miércoles por la noche. Muy como si faltase algo. Los albinegros disfrutaron de más ocasiones de largo que en su celebrado triunfo en Córdoba del pasado domingo, pero esta vez no acertaron con el marco y regalaron un gol al rival. Mientras nadie diga lo contrario, esto del fútbol se decide en las áreas.

Los albinegros tuvieron enfrente a un Unionistas al que no hace justicia su estadística como visitante. Fue un equipo exquisito, ordenado, solidario, que supo manejar los tiempos, muy al estilo de los linenses en el Nuevo Arcágel. No todo son deméritos de los de casa. Hay que reconocer también las virtudes a los rivales.

Los 72 puñeteros minutos del Balompédica-Unionistas que había comenzado el 11 de diciembre se le atragantaron a los de casa. Desde el córner con el que se reanudaba el choque -un auténtico churro después de más de un mes para preparalo- se palpaba que no era la Balona de otras veces. De hecho en el 27′ (el nueve después de la reanudación) Chapela ya pudo adelantar a los visitantes, pero solo en el segundo palo envió alto un centro que había llegado con mucho veneno.

La Balona fue entrando poco a poco en el partido. Replicó en el 34′, en una jugada en la que un centro de Loren se paseó por el área pequeña sin encontrar rematador. Omar Perdomo medio tiró medio centró desde el otro lado del área y Toni García falló una infinitamente más fácil (en apariencia) que la del domingo y disipó la oportunidad de constituirse en el nuevo ídolo de una hinchada que volvió a mostrarse fiel. Así es este negocio.

En el 37′ tuvo otra la Balona. Una falta dejó a Fran Morante, tan hábil generalmente en ese tipo de suertes, para cabecear en el área con el portero a medio camino. Pero por algún motivo extraño, ni tocó el esférico.

Unionistas jugaba a lo que quería jugar. Y volvió a tenerla. A cinco del final. Juanpe aprovechó un despiste de un centro de la zaga que echaba en falta a Jesús Muñoz pero su disparo lo vomitó el poste.

Vista las dos ocasiones de las que habían disfrutado uno y otro se antojaba insólito que el primer tiempo acabase con empate sin goles.

Tras el descanso salió la Balona con un poco más de presencia y otra vez pudo adelantarse en el marcador, pero Fekir no llegó por milímetros a un centro de un muy activo Connor Ruane (51′).

Parecía que era cuestión de tiempo que la Balona marcase. Pero en el 64′ Nico Delmonte se fue al suelo, casi chocó con Connor y cuando vinieron a darse cuenta Raúl Beneit, que llevaba nada y menos en el césped, ya estaba celebrando el tanto después de superar a un indefenso Alberto Varo.

A partir de ahí fue un quiero y no puedo de los de blanco y negro. Los visitantes ofrecieron una lección táctica y de intensidad y jugaron al final hasta con cinco atrás para apenas pasaron apuros. Hubo más sobresaltos que ocasiones propiamente dichas.

Escobar lo intentó una vez más con los cambios. En esta ocasión da la sensación de que tardó un pelín en tomar alguna decisión, pero también es eso es fácil decirlo ahora, cuando la mayor parte de las veces acierta. Otra vez acabó defendiendo con tres, pero no siempre se remonta. Apenas Antonio Romero, sin excesos, proporcionó el fútbol que precisaba su equipo. Porque el resto de los que entraron fueron incapaces de encontrar la vía de agua.

Al final un partido que era para empate se lo llevó el que supo manejarse mejor en la cal. Después del espectacular triunfo en Córdoba puede dar la sensación de que a la Balona se le deshincha una mijilla el globo. Eso es hacer un balance prontista, excesivamente sencillo. Al final todos los puntos cuentan lo mismo y por muy mal sabor de boca que deje este resultado, la única verdad es que aquel equipo desvencijado tras la octava jornada acaba la primera vuelta dos puntos por encima del descenso. ¿Qué podían haber sido más? Pues claro. Pero todo lo demás es hacerse mala sangre.

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