La Balona sale invicta de un campo casi inexpugnable
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Los locales, faltos de calidad y de chispa, firmaron unas tablas generosas para su segundo tiempo.
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En la primera mitad los albinegros sometieron al Águilas, pero fueron incapaces de reflejarlo en ocasiones.
- Mere: «Somos los primeros que no nos conformamos con el empate».
El efecto nuevo estadio se esfumó a todos los niveles, como por otro lado era más que previsible. Ni fue tanto público al Real Balompédica Linense-Águilas como hace dos semanas al duelo de los albinegros ante el Betis Deportivo (de hecho acudió un millar menos de espectadores) ni la afición digirió tan bien el que a fin de cuentas es el tercer empate consecutivo del equipo de La Línea en cuatro jornadas. Que está muy bien eso de que la Balona sigue invicta y a un solo punto de las plazas de play-off, pero anotando un promedio de medio gol por jornada la gente de la grada, que sabe un montón de esto, presume un futuro como poco incierto. Otra vez los albinegros fueron mejores en el primer tiempo -eso, sin ocasiones- y se fueron desinflando hasta acabar pidiendo la hora. No es que las tablas sean un disparate, pero si alguno acarició el triunfo fue, sin duda, el conjunto murciano.
Mere repitió el once inicial, con dos nueves, con el que una semana antes había hecho frente al encuentro en Yecla. No estuvieron en la convocatoria ni Miguel Cera ni Javi Fernández, que no se habían recuperado de las lesiones que ya le impidieron estar en el último desplazamiento, ni Santi Jara, que se cayó a última hora también como consecuencia de problemas físicos.
El Águilas salió con presencia, como queriendo ir al intercambio de golpes, pero le duró poco la osadía. Pronto dio un paso atrás. Lo que en el argot se dice un repliegue intensivo, Y fue la Balona la que dominó, la que tuvo el esférico, la que actuó en el área contraria. Pero para nada. Una posesión estéril, sin ocasiones.
Los albinegros no desprenden calidad y si no encuentran a Fran Carbià y a Joao Pedro, que son sus únicos jugadores diferenciales… Que sí, que todos se matan. Que a ninguno de le puede poner la cara colorada por esconderse. Que el equipo está bien armado. Muy bien armado por Mere. Pero Fernando Alonso también es un excelente piloto y con Aston Martín no gana una puñetera carrera. Con el orden y el sacrificio no basta por lo menos para el objetivo de regresar a Primera Federación. Porque que se sepa este deporte sigue empeñado en conceder los tres puntos al que marca más goles.
La única escaramuza en ataque de los de casa tuvo como protagonista a Chema Moreno, que cabeceó donde estaba el portero rival un buen centro en el 40′. Poco no. Poquísimo. Y es que los de blanco y negro se metieron sin apenas encontrar alternativos en el fango futbolístico que proponía el equipo forastero.
Lo único destacable de estos primeros 45 minutos fue la permisividad de un árbitro incapaz, el calabazón Jesús Delfa Ramos, con Isi Ros. Literalmente le tomó el pelo. Cometió faltas suficientes para que, aunque solo fuese por reiteración, hubiese visto como poco (como poco) la amarilla. Y después fingió una agresión, en una acción impropia de un tipo que se autodenomina deportista, que el trencilla transformó en admonición a Diego Jiménez. Qué pena que un extraordinario futbolista haya quedado para esto y que haya árbitros de este nivel. Es lo que tiene haber descendido a Segunda Federación.
Tras el intermedio la Balona se fue diluyendo. Habrá que ir mirando por qué empieza a repetirse esta situación no vaya a ser que tenga algo que ver con la condición física. Y el Águilas, que tiene oficio y buenos futbolistas, fue creciendo hasta meter el miedo en el cuerpo a la grada. Ya en el 61′ Facundo Ackerman (que se reivindicó después de las críticas recibidas en Yecla) tuvo que sacar de la mismísima escuadra un lanzamiento envenenado del exbalono Mario Abenza.
Dos después llegó la réplica local. Fran Carbià hizo su única aparición para dejar de cabeza un balón botando para que Aridane Santana, con todo a placer, disparase… alto. Y ahí acabó la Balona. La grada pedía cambios, que Mere ralentizó. Es verdad que lo de Dani Santafé empieza a antojarse un misterio, desvelado después por el técnico al confesar que el centrocampista tenía problemas físicos que no se habían dado a conocer. Y es que la enfermería de la Balona empieza a parecerse preocupantemente al Cluedo: todo es un misterio. El resto del banquillo tampoco daba para mover mucho la coctelera, para qué engañarse.
La media hora final fue totalmente del Águilas, que entre córners, faltas laterales y acciones combinativas disparó hasta media docena de veces a puerta con mucha intención. Alguna con peligro extremo. Se creció Facundo para dejar el marco a cero mientras su parroquia miraba con preocupación el reloj, no fuera a a ser que llegase la primera derrota. Que no llegó de milagro.
El partido dejó la sensación de que no hay mucha más cera de la que está ardiendo. Y el tercer empate en serie ya no encontró benévolos aplausos. Ya ha dejado de tener gracia eso de firmar tablas una semana sí y la otra también. Es pronto para empezar a rasgarse las vestiduras, pero igual no para comenzar a preocuparse.