La Balona encaja una derrota inexcusable en el campo del colista
-
Los linenses pierden a tres futbolistas por lesión, estrellan dos balones en la madera y malogran una triple ocasión en la última jugada, pero eso no dulcifica un sonrojante revés en Cartagena.
-
El juego, el marcador y la falta de recursos en el banquillo recalcan la imperiosa necesidad de una reconstrucción del plantel en el mercado de invierno.
-
Mere: «Merecimos más, pero solo queda trabajar”.
Estaban avisados. El patito feo de la Segunda Federación (que además recupetaba efectivos) estaba amenazando con pegar una dentellada. Y se la dio a la Real Balompédica. A esa Balona que vive en una constante -y desesperante- montaña rusa y que cierra 2023 en la zona media del grupo IV, a cuatro puntos de las plazas de play-off y con su afición otra vez sumida en infinidad de preguntas sin aparente respuesta. Es verdad que a los linenses se le lesionaron hasta tres jugadores (dos, Santi Jara y Víctor Olmo da la sensación de que de consideración). Es verdad que estrellaron dos balones en la madera (uno en cada tiempo). No es menos cierto que en la última jugada -con Ackerman queriendo ejercer de Palop- hasta tres remates no entraron no se sabe muy bien como. Pero cuando se juega contra el último, con un equipo que encajaba goles a cascoporro y que tiene medio asumido su descenso todos los argumentos, todos los atenuantes, quedan reducidos a excusas baratas. Hay resultados que no se pueden tapar ni siquiera con verdades. Éste es uno de ellos.
La Balona, a la que últimamente se le indigestan los momentos previos a los partidos como visitante, se vio obligada a llevar a cabo una modificación en el once previsto muy a última hora. Tanto que Fran Carbià se lesionó durante el calentamiento y su plaza en la formación fue para Chema Moreno. Era, como aquella avería del autocar camino de Vélez Málaga, un indicio de que el partido no estaba para los de Baldomero Hermoso Mere. Eso tan intangible, que suena tanto a frase hecha, pero que tan cierto en este bendito mundo del fútbol.
Y eso que la contrariedad previa al arranque no impidió que los linenses (esta vez con camisola celeste y pantalón blanco) salieran fuertes, presionando muy arriba. No había transcurrido un minuto cuando, tras un córner, Diego Jiménez cabeceó y entre el larguero y un defensa evitaron lo que parecía un gol seguro. Los linenses trataban de rentabilizar el empeño de los de casa por sacar el balón jugado y fruto de ese asedio al que les sometían apenas habían transcurrido diez minutos y ya habían botado cuatro saques de esquina. Las sensaciones y la diferencia en la tabla invitaban a pensar en una mañana apacible. El tiempo demostraría que se trataba de un craso error.
Como las desgracias nunca vienen solas, corría el cuarto de hora cuando Santi Jara, que reaparecía después de una semana de ausencia ante el Orihuela, se medio resbaló, cayó al suelo en una postura extraña y se dañó los abductores. Tuvo que ser relevado por Víctor Olmo. La dolencia de Jara se antoja, como poco, preocupante.
Todo lo que había sucedido hasta entonces se convirtió en un espejismo. La Balompédica se desajustó, el filial departamental le arrebató el balón y tomó el mando. En el 16′ Morcillo tuvo que interceptar un centro de Djakas al corazón del área pequeña que llevaba mucha intención. Y dos después fue Facu Ackerman el que acertó a meter una mano abajo para evitar que un centro-chut de Carlos Sánchez, que había entrado en el área sin oposición, causase daños mayores.
Tanto fue el cántaro a la fuente que en 22′ un golpe franco alejando del área lo convirtió Iván Ayllón (habitual en el equipo de Segunda división en el arranque de la competición) en un golazo: el balón, que botó poco antes del marco, entró muy ajustado al poste.
No es ningún secreto que la Balona con el marcador en contra no se siente precisamente cómoda. Vaya que es adelantarse el adversario y hay que echarse a temblar. Así que el gol no solo no cambió el signo del juego, sino que lo intensificó. Y en medio de una sensación de zozobra visitante, en el 32′ Diego Iglesias se equivocó al lanzar de manera precipitada cuando dos compañeros esperaban debajo del marco para remachar.
Precisamente cuando peor lo estaba haciendo la Balona llegó su segunda gran oportunidad. Un robo permitió a Chema Moreno presentarse ante Saldaña, pero el portero local se las ingenió para sacar la mano en el momento exacto para interceptar el disparo.
La Balompédica, que en su intento de adelantar líneas había concedido dos peligrosas contras en los últimos compases de la primera mitad, llegaba al descanso por detrás en el marcador ante un colista que había sido superior. La desazón aumentaba al mirar la opciones que le quedaban a Mere en el banquillo para reactivar a su equipo. No existían. Por eso hizo tan pocos cambios. Bueno, los obligados por las circunstancias.
Después de veinte minutos con el partido en punto muerto, sin que la Balona encontrase la vía de agua de un enemigo crecido, llegó una jugada trenzada, la mejor del encuentro para los visitantes, que acabó con un centro lateral y con Aridane adelantándose para restablecer las tablas (1-1).
Pero los de La Línea aún tendrían que sortear más adversidades. Víctor Olmo -quien a su vez había sido el reemplazo de Santi Jara por lesión- tuvo que abandonar el campo entre lágrimas después de otra acción aparentemente accidental. Tampoco tiene buena pinta. Manu Toledano ocupó su plaza.
Todo lo que quedaba por suceder llegó en los doce minutos finales. La Balona la tuvo para ponerse por delante en el 82′. Morcillo fue el más listo tras un saque de esquina, pero el larguero se cruzó en su camino. Otra vez la madera.
A renglón seguido los linenses concedieron una contra, permitieron a Ayllón llegar muy cómodo a su área y en la misma frontal (pero honestamente da la sensación que dentro) fue derribado por Nani. El Cartagena B venía de malograr dos penaltis en las tres jornadas precedentes, pero esta vez Iván Aylón tuvo templanza y colocó a los suyos por delante con solo seis minutos por jugarse (2-1).
Era evidente que el partido no estaba para la Balona. Pero por si faltaba algo para corroborarlo, en el 86′ llegó un gol anulado de esos de centímetros de Chema Moreno, al que le hubiese bastado un paso atrás para hacer el empate. Y ya en el añadido un disparo cruzado de João Pedro se fue fuera por una cuarta. Aunque también pudo marcar el filial en la contra posterior. Y aunque no quedaba ninguna duda del maleficio, en el 95′ hasta tres remates tras un córner (con Chema Moreno y João Pedro como protagonistas) que para entender por qué no acabaron en gol habría que consultar a Íker Jiménez. Sencillamente no era el día. Y seguramente, ni la Balona lo había merecido.
Nunca, jamás, es buena una derrota. Pero no queda otra que agarrarse a que ésta, la que más dura de toda la temporada, puede tener una connotación positiva. Va a obligar a los de dentro a asumir de una puñetera vez que esta plantilla necesita una reconstrucción (en la que vienen trabajando hace semanas, todo hay que decirlo) porque con lo que hay no da.
Porque es que parece que la única forma de ganar que tiene esta Balompédica es no encajar goles. Y claro, los rivales, que son así de malajes, de vez en cuando marcan. Esta vez, por cierto, por dos veces a balón parado. No hay feliz Navidad ni para la Balona ni para los balonos. Se va el año 2023 con el mismo mal sabor de boca que dejó en mayo tras el descenso. Ojalá pronto no sea más que una desagradable pesadilla. Pero el trago de ahora no se lo quita nadie a su hinchada.