Esta casa ya no es una ruina
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La Balona empata con el Betis Deportivo en el estreno del coqueto Ciudad de La Línea.
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Más de tres mil almas se dan cita en las gradas.
- Los albinegros dejan dudas, pero merecen el triunfo por ocasiones.
- Sorroche logra el primer gol del nuevo recinto y Fran Carbià iguala.
Hace algo más de medio siglo la Real Balompédica Linense saldó su primer partido en el entonces Municipal con un empate con el Cádiz. Este domingo los albinegros han vuelto a firmar tablas en lo que su hinchada ha vivido como lo que era, una fiesta: la puesta de largo del nuevo Ciudad de La Línea, al que aún le faltan muchos remaches (incluso una grada), pero que tiene ilusionada a una afición que superó de largo las tres mil almas.
Es imposible (tampoco es que sea necesario) aislarse de ese ambiente de euforia y por eso el análisis del punto arrancado por los albinegros tiene un carácter generoso. Igual hace un año, en un día desangelado, o dentro de seis meses, lo que quedaría blanco sobre negro sería otra cosa. Porque la Balona dejó ver carencias, sobre todo durante la segunda mitad. Ocasiones tuvo más y mejores. Por ahí mereció ganar. Y así se lo reconoció su gente al final, con cariñosos aplausos. Pero en el cómputo de los noventa minutos el 1-1 no tampoco es que sea para llevarse las manos a la cabeza.
Tras unos diez primeros minutos titubeantes, la Balona completó un buen primer tiempo ante un rival que tiene talento, que le mete un ritmo alto y que por su forma de conducirse no es seguramente el enemigo al que mejor le pueda meter mano el equipo de La Línea. Una Balona que, como es lógico porque se fue macerando demasiado a fuego lento durante el verano, está como sin acabar de terminar. Le faltan cosas. Y eso le va a penalizar en las primeras jornadas.
Fue a partir del minuto 15 cuando comenzó a desperezarse la escuadra que entrena Baldomero Hermoso Mere. Conducida por un muy certero Javi Pérez, tener presencia en el área contraria y así fue como generó la ocasión más clara de este primer acto. Un centro de Miguel Cera (muy bien hasta que tuvo que ser relevado) lo cabeceó Joao Pedro a la parte interior del larguero. Una mala pasada.
Con todo fue un primer tiempo (entretenido) de ida y vuelta. De tener que estar con siete ojos porque quedaba la impronta de que en un parpadeo se dejaba de ver algo importante. Aunque no siempre sucedóa. Casi no había tiempo para pasear la mirada por la grada. Tan bonita. Tan llena.
El segundo periodo ya fue otro cantar. Se le fue haciendo bola a los de casa, que tuvieron la oportunidad de haber cambiado el rumbo de los acontecimientos nada más empezar. En el 53′ en concreto. En una acción en la que Chema Moreno y Fran Carbià se las ingeniaron para dejar en situación preferente a Joao Pedro dentro del área. Pero en brasileño tiró un poco al muñeco y el meta Fran Vieites hizo el resto con una extraordinaria parada.
Fue la última bala malgastada antes del 0-1. La defensa albinegra desbarató como buenamente pudo un intento de pared dentro del área de los verdiblancos (esta vez solo verdes) y el balón se fue como a seis-siete metros de la frontal donde Ginés Sorroche enganchó un disparo impresionante que no podía ser otra cosa que gol.
Queda para la historia que el primer tanto en el nuevo recinto lo hizo un lorquino de 19 años especialista en goles que quedan señalados. Suyo fue el que llevó al Betis juvenil a la final de Copa en 2022.
Nada más producirse el 0-1 Mere movió el banquillo y dio la oportunidad de debutar a Aridane Santana en lugar de Santi Jara. Metió más presión arriba. Eso sí, da la sensación de que los tres nueves de la Balona tinene un perfil demasiado similar. No estuvo nada mal en el trabajo Chema Moreno. En el trabajo. Pero bueno, eso fue a lo que él se comprometió a su llegada.
Con la grada volcada y los de casa un poco encasquillados tuvo que aparecer Fran Carbià (ese jugador diferente que necesita cualquier equipo) para medio cayéndose rentabilizar con un excepcional golpeo una acción al borde del área.
Fue por entonces cuando saltó Yassin Fekir al terreno de juego desde el banquillo. Silbado cada vez que tocaba el balón. Por los mismos que el año pasado le defendían a capa y espada cuando se denunciaban las [numerosas] faltas de comportamiento que ahora provocan reproche. Así es este negocio.
Ni con él pudo el Betis Deportivo, que siempre que salía daba sensación de peligro, volver a desnivelar el partido. Si había el menor atisbo de riesgo aparecía Morcillo. Siempre Morcillo.
La Balona, por el contrario si que la tuvo. De esas que no se deben perdonar. Carbià llegó a la línea de fondo y la puso atrás. El esférico después de pasar por una pila de piernas le llegó a Mancheño, que pudo cambiar la historia… y que le pegó como un defensa que se asusta ante la oportunidad de marcar.
Al final empate. Y aplausos. Generosos. La Balona sigue invicta y al rebufo del pelotón de cabeza. Pero necesita espabilar, madurar muchas facetas de su juego. Porque el efecto estadio pasa. Y entonces las lecturas del entorno no serán tan rumbosas.